Las vacaciones han llegado. Sobre la mesa descansa un folio
blancuzco que ha sido garabateado con rotuladores de colores, resaltando su
superficie, dándole un toca más alegre. En él se hayan escritos esos objetivos
que usualmente me planteo hacer en los largos veranos, fallando en la mayoría
de ellos, defraudándome a mí misma. Suelo cuestionarme el porqué de mi flojera
incluso cuando se trata de hacer alguna actividad que me gusta. La
procrastinación se ha convertido en una fiel amiga mía. Pero esta vez, será
diferente.
Recuerdo aquel día tan esperado por todos y tan
insignificante para mí, no muy lejano, cuando a regañadientes debí vestir un
traje y unos incómodos zapatos que en realidad, no llevé por mucho tiempo. Las
horas en la peluquería experimentando con mi odiado pelo para dar un resultado
extraño que logró cambiar mi imagen. Las largas extensiones de colores que
colgaban y destacaban al ser mi atuendo completamente negro. La tediosa misa en
la pequeña capilla, la cual catalogué como la última, en la que comulgué por
vergüenza, dejando a ese pequeño trocito de pan disolverse dentro de mi boca.
Escucho una frase que se me hace familiar en el discurso de los profesores,
percatándome de que es mía " Sé que mi madre me llamará la atención por el
desastre que he ocasionado. Sonrío, pienso y agradezco el hecho de tener a una
madre que me regañe." Estúpidamente me siento especial.
Mi nombre es pronunciado por la que fue mi tutora, diciendo
algo como "Destaca por su personalidad artística, sus creativas historias
y su pasión por lo oriental". Nerviosa, sonreí, subiendo al escenario bajo
la mirada de una gran cantidad de personas que me aplaudieron , haciéndome
sentir avergonzada. Tomé el papel en el que salían nuestras fotos y una pequeña
insignia del colegio, dándole un par de besos a mis profesores, intranquila.
Posteriormente pasamos al comedor en el que rompí la
detestable dieta. Recuerdo que una mujer a la que no conocía admitió ser su
hija mi fan al parecer yo emo. Sin embargo, no lo soy. Me reí interiormente.
Todo aquello acabó, pero la noche no había finalizado. Nos
trasladamos a un local de luces brillantes cuyas vistas daban a una piscina,
siendo la pared de vidrio transparente. El lugar estaba decorado de una bonita
forma, con varias mesas distribuidas en la estancia, un escenario de un tamaño
considerable y algunos grandes altavoces. Comimos la peculiar comida que nos
sirvieron; una crema de verduras con salsa de tomate, pollo con salsa de
manzana y quesillo como postre. He de decir que esto último fue lo que hizo a
mi estómago rugir de felicidad. Recordaré las caras de asco y confusión al
observar la extraña crema que nos habían puesto como primer plato.
Más tarde la música comenzó a sonar, y todos llenaron la
pista de baile moviéndose como si aquello fuese una acción automática bajo las
luces de colores, mientras yo me senté en una silla y tomé mi móvil para abrir
Twitter , pasando el tiempo. Las canciones no eran de mi agrado, como suponía.
Pero estaba acostumbrada, por lo que simplemente me dediqué a observar a mis
compañeros, quienes parecían alegres, sonreían y bromeaban.
Los echaré de menos, supongo. Durante los trece años en los
que he estado en la escuela, he querido marcharme en algunas ocasiones; no
porque me desagrade esa escuela en sí ni deteste los feos uniformes mal hechos,
que ahora veo como una ventaja, sino por el afán de cambiar, de acabar con la
tediosa monotonía a la que fui sometida durante tanto tiempo. Deseando también
conocer gente, encontrando a esas personas con gustos afines a los míos que no
logré encontrar en el colegio.
Los cambios, el enfrentamiento de algo nuevo es algo que me
aterra profundamente, pero que a la vez anhelo y deseo experimentar. Es un sentimiento
extraño.
A pesar de desconocer aún mi futuro e ignorar saber qué es aquello
a lo que quiero dedicarme, difícilmente he elegido, llevándome por mis gustos,
y no por los comentarios, al contrario de lo que hice el año pasado. El arte es
algo que siempre me ha llamado la atención. Al fin decidí embarcarme en él,
abandonando las temibles matemáticas o la incomprensibles física y química.
Quiero aprender. Añoro lograr hacer cosas tan maravillosas
como las que envidio de muchos autores de los que me considero fan en
Deviantart. Quiero acabar con la rabia que me carcome al no conseguir expresar
por medio del dibujo lo que tengo en mente, rindiéndome con facilidad, optando
por la copia de otros dibujos.
No conozco mucho del lugar a donde voy, excepto que debo
agarrar un autobús al volver a casa, acostumbrándome
a viajar en ese tipo de transporte por primera vez, y además sé que, según
dicen, la mayoría de los alumnos son "de mi estilo". Es decir, gente
con el mismo gusto musical y quizá con la misma devoción por Japón y su
cultura. Saber esto me intriga, dándome ánimo al entablar relaciones con esas
personas, acabando con mi timidez, ansiando experimentar lo que es tener un
amigo, uno de esos que siempre están a tu lado, a los que les cuentas tus
problemas y no dudan en escucharte, abriéndote, poniendo toda tu confianza en
ellos. A pesar de que en el fondo temo que esto ocurra, debido a mi
personalidad solitaria y cerrada.
Daré muchos tropiezos, y eso lo sé. Debo seguir este camino
y aprovechar lo que este me brindará, perdiendo mi miedo a fallar, levantándome
orgullosa de nuevo. Puede que, al fin y al cabo, el arte sea lo mío.
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