Recuerdo que esperé ilusionada a que esos días comenzaran.
Deseaba que llegase aquel evento al que tanto había deseado asistir y así
escapar de la sociedad común y aburrida que me rodea usualmente, acercándome a
esas personas con las que comparto gustos y aficiones, adentrándome en un mundo
que ofrece cosas traídas del lejano Japón y quizá de la fantasía, que abre las
puertas a los otakus y frikis otorgándoles la libertad de ser ellos mismos y
hablar o emocionarse abiertamente con respecto a todo aquello ignorado por la
mayoría de la gente. Poder vestir de cualquier forma sin recibir malas miradas
e incluso puede que ganes algún halago por tu originalidad. Se respira un
ambiente de familiaridad en el que no existen distinciones entre las personas.
Yo había decidido hacerme con un ticket que me permitiese
entrar al recinto aquellos días, anonadada junto a mi hermana al echar un
vistazo a todo aquello que quería comprar y conservar, rompiendo mi promesa de
ahorrar y mantener llena mi cartera. En parte temía que ocurriese lo del año
pasado en mi primer salón, aburrirme y esta vez arrepentirme de aquella entrada
casi semanal, pero esto no ocurrió.
Veía a los demás junto a grupos de amigos, charlando y
bromeando animadamente mientras yo los veía envidiosa. A pesar de ellos los
primeros días asistieron un par de amigas mías y aunque no fuésemos un gran
grupo ni estar juntas la mayor parte del tiempo ya que estas si conocían estuvo bien. Me prometí a mi misma que en la
próxima ocasión asistiría con los posibles amigos de mi futuro instituto.
Disfruté de los partidos jugados por profesionales del LOL (juego el cual descargué hace poco), intentando
convencer a mis padres de que pasar horas jugando frente a la pantalla pueden
dar como fruto 30.000 euros y algo de fama internacional.
Me sentí bien conmigo misma al recibir dos peticiones de
fotos por parte de un par de personas al vestir un kimono, a pesar de sentir vergüenza.
Un chico me dijo que "molaba" y otra chica me dijo que era mona.
Realmente fue reconfortante y a la vez extraño.
Mis ojos se divirtieron posándose en chicos a los cuales
seguía con la mirada; muchos emo "rudos" y otros "uke", e
incluso algún que otro asiático que tuvo el valor suficiente como para pasearse
por el lugar a sabiendas de la fascinación de algunas otaku (como mi hermana y
yo) hacia ellos.
Perdí incontables ocasiones al ser pronunciado "the
game" continuas veces por el animador, y sonreí y aplaudí debido a las
otras muchas ocasiones en las que la gente chillaba "yaoi" recibiendo
una ovación por parte de todos en el karaoke.
Contemplé preciosos cosplays que llamaron mi atención; varios de Ciel, Sebastian y Grell, personajes
de Kuroshitsuji, otro de Predator o de Elfen Lied.
Presencié el concurso de cosplay y el de baile, maravillada
ante el arduo esfuerzo de los participantes.
Llegó el último día y algo triste me despedí mentalmente de
aquellas personas que había visto durante esos días y con los que no había
llegado a mediar palabra debido a mi estúpida inseguridad, conociendo a algunos
de ellos gracias a las redes sociales, pero aun así, incapaz de saludarlos en
persona. Algunos lloraban abrazándose ente promesas de volver a verse, mientas
yo me sentí el meme de "foreveralone".
Me he prometido a mí misma ser capaz de subirme sobre el
escenario y cantar con mi voz torpe alguna de mis canciones de anime favoritos,
y llegar a gritar y bailar sin sentirme un pez fuera del agua. Y obviamente,
lograr realizar un buen cosplay, aunque
sea uno sencillo; por lo tanto me queda un duro trabajo por hacer.
Hasta el próximo año, Summer Con.
(Fotos de las adquisiciones de mala calidad a causa de la inexistencia de una cámara que me pertenezca)