miércoles, 1 de octubre de 2014
018~ Diario 25/09/14
Dejo por aquí las primeras de este diario; un nuevo empezar.
Pretendía actualizar el blog a base de este proceso diario. Pero no es necesario. Así que lo guardaré para mí misma. Y cuando haya un cambio notable, entonces lo comunicaré. De todos modos, no es como si esta web la leyese alguien más que yo; aunque me engañe y piense que sí.
Lo dicho; es época de avanzar y buscar la aclamada e indescriptible felicidad.
sábado, 9 de agosto de 2014
017~ Verano. Tercera parte. Con Tui en Tenerife.
Uno de los momentos más esperados para mí fue la visita de mi amiga a la isla, aunque tan
solo durase una corta semana. Y a pesar de mis numerosos intentos por convencer
a mis padres para que se quedase en casa, estos resultaron ser vanos frente a
la terquedad de ellos. Sin embargo, no quería permitir que eso me amargase.
Habiendo escrito una lista a las y tantas de la madrugada con anterioridad
numerando planes, teníamos algo para guiarnos.
-El día de su llegada no podía evitar contener mi
nerviosismo, mas fue en vano, ya que el vuelo llegaría en la noche, y tras
haber salido de la convención de anime, comprando una postal del anime K-on
allí y escribiendo algo para entregarle, no me permitieron ir al aeropuerto. Me
desanimé un poco, pues esto me hizo pensar que las cosas no saldrían como
esperaba, y que me decepcionaría al tener unas expectativas altas. Pero la
mañana siguiente me desperté y preparé, llevando el cosplay de Shion por última
vez junto a mi hermana con un rápido cosplay de Inukashi improvisado la noche
pasada.
Fuimos a buscar a Nezumi, a ella, quien trajo unas pequeñas ratitas de
peluche blanca y grisácea que estuvimos manoseando durante la mayor parte del
evento. En ese encuentro, el segundo después del concierto de the GazettE,
seguía presente el miedo de meter la pata o dudar sobre cómo comportarme. Pero
traté de mentalizarme y mantener una actitud optimista.
Llegamos al recinto, entrando y arrimándonos a las escaleras
para cortar y desgarrar su pantalón como el del personaje al que interpretaba
con una tijera escolar. No quedó mal. Entonces, dimos la primera vuelta, a la
que le siguieron muchas más. Nos sentamos en el karaoke para escuchar a la
gente. Más tarde tomamos asiento para el concurso de cosplay que se retrasaría
casi dos horas y presentaría problemas técnicos (destaco una actuación del
Señor de los Anillos con un Gandalf, Sam, Frodo y Orco muy realistas). En la
espera nos dedicamos a garabatear un bloc de dibujo.
La noté cohibida e insegura, ya que no se sentía bien con
esa ropa aunque se viese bien, porque siendo “bobita”, siempre se insulta a sí
misma. Yo no sabía qué hacer para enfundarle confianza cuando comentaba por lo
bajo lo supuestamente terrible que era, y esto me entristeció. Por otro lado,
lograr hacer un cosplay en grupo me ilusionó bastante. Así que fue una experiencia extraña. Luego
nos despedimos, y me entregó un papelito con el cómic sobre un pancake, una
berenjena dibujada en un parche de tela y unos caramelos japoneses de manzana.
Yo le entregué mi postal cutre. Un abrazo, y volví a casa.
El día siguiente tenía clases de japonés y guitarra, creo
recordar, y además el semanal compromiso familiar de almorzar en casa de mis
abuelos, desgraciadamente. Pero nos volvimos a ver el martes, paseando por las
calles de aspecto antiguo de La Laguna, entrando a una tienda de ropa, de
mascotas y el supermercado, donde decíamos bobadas sobre cualquier alimento,
riendo como nunca lo había hecho en uno.
Me alegré bastante al notarla más
animada y habladora, comprendiéndonos en nuestra rara pero reconfortante manera
de comentar tonterías; un calorcito absorbente revoloteaba en mi pecho.
Parecíamos los típicos personajes irracionales de un anime de comedia o
recuentos de la vida. Porque finalmente podía experimentar la sensación de
tener a una amiga cerca.
Habiendo comprado los ingredientes necesarios para intentar
hacer dorayakis, fuimos a casa (consiguiendo convencer a mi madre para dejar a
alguien ir a casa) en autobús. En la estación, entrando a ella por donde entran
los vehículos y está prohibido para peatones, un hombre me preguntó sobre lo
que tenía en el ojo (lentillas), y otro dijo algo sobre un pastel al observar
la levadura que llevaba en la mochila. Absolutamente todo era completamente
random.
Mi perro nos recibió con babas, saltitos y lametones que nos
provocaron un ataque de risa.
Nos pusimos manos a la obra, partiendo los huevos
satisfactoriamente, echando cucharadas de agua en la mezcla de aspecto dudoso; azúcar,
miel, levadura y harina. Fue realmente entretenido, pues incluso mi hermana se
unió sonriente a nuestro experimento. Dejándolo reposar, conectamos los
instrumentos musicales: el bajo y la
guitarra, y los altavoces. Tocamos
mirando tablaturas de canciones de My Chemical Romance. A pesar de no producir
un sonido perfecto, la unión de los graves con los agudos y aquella fusión
musical emitida a través de los amplificadores, hirvió mi corazón. La primera
práctica del grupo. Olvidé cualquier otra cosa exterior a nuestro pequeño
espacio estrellado y mágico creado por los sueños anhelados.
Cocinamos pancakes deformes en el sartén, mejorando poco a
poco en el proceso; quemadas, trituradas, gruesas y algunas, para mi grata
sorpresa algo decentes. Esto supuso otra sesión de carcajadas. Construimos una
gran montañita torcida que se desmoronó ocasionalmente.
Las rellenamos de pasta de judías rojas, nutella y crema de
cacahuete.
Dividimos tres y comimos asombradas por el grato sabor,
viendo un capítulo del dorama Ouran Host Club, y parte de Go go g-boys, Boys
Love 2, hasta que muy a mi pesar, tuvo que marcharse.
Nos vimos en la mañana siguiente, adormiladas y con
ensaladas preparadas por mi madre para nuestra aventura en el Loro Parque. Allí
andamos entre turistas, vimos espectáculos de animales, medusas invertidas y
otras brillantes, monos, loros dementes y pingüinos trastornados que nadaban
chocando contra el cristal…
Nos bañaron masas de agua helada producto de las ondas
intencionadas de la cola de las orcas. Esperamos para conseguir una mesa para comer que
robaron otras personas desvergonzadas, y finalmente nos subimos a un trencito amarillo que
llevaba al Puerto, pero agotadas, caminamos poco y regresamos a mi hogar, donde
cenamos tortilla francesa, y “fagirleamos” con los nuevos capítulos de Free! y Love Stage, destornillándonos ante la
escena del “elefante rosa” de Izumi. Otro imborrable recuerdo se sumo a mi
“película vital”.
Jueves. Esa odiada y temida pesadilla había llegado; el
examen avanzado de inglés, sobre el cual ya hablé. Y tras acabarlo, aún
traumatizada y exhausta, almorcé y en la tarde invité a Tui a venir.
Tocamos un poco más,
terminamos la película, vimos Tokyo Ghoul, tratamos de hacer la croqueta en el salón, pero Key,
mi mascota, nos mordía y perseguía, fracasando en el cómico intento. Y a
oscuras, con frío y leve viento, sacamos al emocionado y valiente perro de
orejas descomunales por los alrededores, acobardadas aunque divertidas por el
camino tenebroso de tierra, rodeado de árboles. Fue gracioso.
Pero tuvo que irse de nuevo.
Viernes. Antes del próximo mediodía, tomamos el tranvía y llegamos a
la capital, Santa Cruz, algo perdidas, compramos snacks chinos llamativos. Con
la suerte de encontrar ofertas en la tienda de accesorios Clairie´s, y yo
haciendo trampas sumado a la indecisión al elegir, conseguimos dos sombreritos,
pulseras “gay” de amistad, una para obsequiar a mi madre, muñequeras y pendientes
de sushi. Además, en otro local ella se
agujereó una oreja, pero la mía, desconsolada, todavía dolía demasiado. Compró
camisetas de MCR, y me regalo una igual a la suya, acto que me enterneció de
sobremanera. Las llevamos puestas, y llenas de complementos, alegres con
nuestras adquisiciones recientes, dimos una vuelta por el centro comercial
antes de ir a casa en bus, almorzar, sacarnos fotografías y marcharse, ya que esa tarde yo tenía
clases.
La despedida se acercaba. En el aeropuerto, conmovida y con
un nudo en la garganta, traté de mantenerme inalterable. Tui lloró, yo lo
aguanté. Porque seguiríamos hablando a todas horas como hasta entonces. Sin
embargo, sabía que me esperaría la soledad, al menos física.
Me entregó unas
cartas preciosas que leería después, y con un abrazo, agachándome por culpa de
mis plataformas, nos dijimos adiós. Pasó la maquinita detectora, preparada para
embarcar. Sacudiendo las manos como última señal, se alejó y desapareció de mi
campo de visión. Debía volver.
Siempre, siempre conservaré estos recuerdos irrelevantes
para muchos, pero significativos para mí.
Espero volver a reencontrarnos pronto.
domingo, 3 de agosto de 2014
016~ Vacaciones. Segunda parte. SUMMER-CON 2014
La Summer-Con es una convención de anime anual que se
celebra cada julio, prácticamente la única existente en la isla en la que vivo.
Por lo tanto, espero su llegada con ansias cada año. En esta ocasión, mis
exceptivas e ilusiones eran mayores, pues no iría sola, sino que algunos
compañeros del instituto también asistirían. Además, después de años
fantaseando con hacer un cosplay decente, las ganas reprimidas dieron fruto a
mi transformación en Shion (No.6). Por lo que, en resumen, mi motivación era
elevada.
Sin duda, el primer día fue uno de los que más disfruté, ya
que apenas al situarme en la cola existente desde muy temprano para comprar las
entradas, recibí miradas y algún reconocimiento. Lo que me sorprendió fue que
un chico bastante bonito de rasgos femeninos y actitud alegre a quien yo había
mirado otros años viniese y se arrodillase, alabando a mi personaje. Me abrazó,
y esto se repitió los días siguientes. Desgraciadamente mi timidez solo me permitió
sonreír, embobada y sonrojada. Me emocioné.
Al poner un pie dentro del lugar, muchas personas pidieron
sacarse fotografías junto a mí. Aquella proposición resultaba extraña y
halagadora. Me sentí especial, incluso aquella vez en la que vestí ropa visual
kei. Aunque siempre posaba de la misma manera como novata poco fotogénica que
soy. Así que sin demora, divisé cosplayers que me gustaran y pedí más fotografías.
Tengo una con un famoso Youtuber, Loulogio, y otra con un supuesto Jesús(?)
De ese modo, conocí a
personitas geniales, como las chicas que iban de Grell y Levi. Junto a mi
hermana. Y perdiendo de vista a mis compañeros de clase, continué paseando por
el lugar con la autoestima milagrosamente alta, al igual que la adrenalina y la
temperatura, mas yo vistiendo una camisa de botones, un abrigo y una chaqueta,
soporté el sol veraniego. Y como si el
cosplay tuviese poderes mágicos que concediesen seguridad en tu persona, acepté
cantar el opening de Junjou Romantica junto a otras fujoshis (incluso tengo un
vídeo de esto). Aprecio la amabilidad de las personas que van a ese sitio y
facilidad que hay en relacionarse con ellas, pues hasta una problemática en la
interacción humana puede hablar, reír y bromear naturalmente como si esos
completos extraños de gustos comunes se tratasen de cercanos conocidos de toda la vida. Me abrí a ellos con
tanta sencillez que me asusté al asimilar estar sobre un escenario, gritando
con una sonrisa abierta en el rostro rodeada de personas con un público
relativamente grande. Para mí supuso una superación personal a gran escala. Fue
tan divertido que deseé que aquello ocurriese siempre.
Dentro de esa burbujita ideal, en mi mundo imaginario poco duradero, continué socializando, a veces torpemente, como en el caso del cara a cara con seguidores de Twitter, al no poder reconocerlo y recibir un comentario de “esperaba algo más adorable”, seguido de una disculpa por mi parte. Porque al fin y al cabo sigo siendo antisocial. Quería caer bien, y pensaba en temas interesantes, hasta que me di cuenta de que actuar como me sugiriese mi ser era definitivamente lo mejor. También entablé conversaciones con Meru, quien estudia en la universidad de arte vecina a mi escuela, y sus simpáticos amigos. Además me reencontré algunos antiguos compañeros del colegio, quienes quedaron impactados por mi cambio, aportando más confianza en mí misma.
Hubieron diminutos problemas; el binder o cubre-pecho,
innecesario en mí, atentaba con bajarse constantemente, y a pesar de colocarle
tiras, estas se descosían; comíamos botes de ramen comprados en la tienda de
alimentación China, y pedía que los llenasen de agua hirviendo, dejando atrás
la vergüenza. En una ocasión, el liquido hirviendo me cayó encima mientras
sujetaba en envase con torpeza. Por otro lado, llevar las lentillas demasiadas
horas secaban ligeramente mis ojos. El examen de inglés oral supuso la pérdida
de una mañana en ese sitio. Pero la peor parte fue sin duda enfermar de gripe,
incapaz de dormir en las noches a causa de la incomodidad nasal.
Afortunadamente, el malestar desaparecía en el tiempo que pasaba en el recinto.
Compré estampas y chapas, hasta el punto de triplicar el
peso de mi preciada mochila y cubrir mi guitarra de pegatinas exageradamente
random. Fui feliz al conseguí una barata camiseta de Free! Desgraciadamente mi
presupuesto no era compatible con los precios de lo que se vendía.
El último día vino mi Nezumi, la personita que vino a
Tenerife de vacaciones, junto a las pequeñas ratitas de peluche, y completé
este bonito sueño de representar uno de los anime que más me ha llegado junto a
alguien importante. Pero de esto hablaré más en la siguiente entrada.
La realidad me golpeó dulcemente al recapacitar sobre el fin
de esos momentos de suma alegría y olvido de lo que existía puertas afuera.
Esperé de nuevo, planearé cosas nuevas, y aprenderé a mantener la actitud
positiva en el día a día con mayor frecuencia.
PD: más fotos(?)
sábado, 2 de agosto de 2014
015~ Vacaciones. Primera parte.
La fugitiva inspiración huye de mí últimamente. Sin
embargo, me niego a dejar pasar el tiempo sin plasmar de mala manera algunas
experiencias vividas para poder experimentar una sensación cercana a ellas al
leerlas, pues mi limitado cerebro olvida con prematura rapidez. Resumiré en
varios apartados los eventos más importantes de estos meses.
-Finalmente hice el examen
de inglés (CAE), más tarde de lo planeado, coincidiendo con días
importantes debido al despiste ocasionado por no entregar un papel cuando
correspondía. Pasé mucho tiempo preparándome para esto, lo cual supondría el
resultado al esfuerzo de todos los años estudiando el idioma. Sacrifiqué
bastantes cosas para intentar lograr este título, cuya nota aún no ha sido
publicada. Primeramente realicé la parte oral, nerviosa hasta el tuétano,
confundiendo incluso mi nombre, vistiendo un atuendo visual kei, con gripe y un
sol fundiendo mis neuronas mocosas. Recuerdo quedar con el chico de la academia
para practicar un poco antes. Finalmente al salir de allí esa tarde, respire
hondo como pude, aliviada, yendo a la convención del anime. Fueron quince
minutos extraños que no creo que demuestren mi potencial. Pero sinceramente,
una semana después, cuando tuve que hacer la parte escrita en la mañana, pasé cinco
horas horribles de completo estrés y desesperación, presionada por el desagradable
ambiente, angustiada por acabarlo dentro del tiempo límite. Un aula grande,
gente seria y exámenes dentro de una bolsa de plástico cerrada. Temblaba,
sudando, mareada. Tampoco era tan complicado. Aunque el aura me hundía cada vez
más… No sé si soy la única que sufrió tal tortura mental, pero al acabar lloré
y lloré sin comprender la razón, agotada psicológicamente, asimilando que todo
acabó. Terminó. Fui libre.
-Comencé a estudiar japonés mediante unas clases impartidas
por un profesor nativo que milagrosamente encontré a través de Internet.
Todavía no estoy segura sobre el periodo de tiempo que podré tomarlas, ya que
convencer a mis padres no fue sencillo teniendo en cuenta la situación
económica. Pero estoy feliz, porque de algún modo me acerco al país que ansío
con vehemencia. Poco a poco aprendo vocabulario y gramática, y pese a no ser
sencillo, mantengo la motivación por estudiar y avanzar.
-Mi reto de tocar en guitarra la discografía de My Chemical Romance
continúa, a pesar de que por motivos de la lentitud del proceso de conectar
cables y buscar tablaturas he estado practicando menos de lo deseado.
Igualmente dibujo prácticamente todos los días, aún fijándome en imágenes.
Tengo un largo camino por recorrer. Además, ni siquiera he seguido escribiendo
fics o leído un libro completo. Necesito darme prisa.
-Antes del examen de inglés, vi una larga lista de películas
y series de habla inglesa, como es Sherlock, Doctor Who (no finalizada aún),
Juego de Tronos o las de Marvel y X-Men, de las que ahora me considero
fanática, al igual que de los actores como Benedict Cumberbatch y Tom
Hddleston. Por otro lado, después de esto recuperé mi obsesión por el anime(http://myanimelist.net/profile/NyAki) y
actualmente veo más de cincuenta, descubriendo verdaderas obras de arte en la
animación, o guiones excepcionales e historias conmovedoras. “Fangirlear” con
la salida de alguno que me emociona demasiado, como Free!, Tokyo Ghoul,
Kuroshitsuji o Love Stage cada semana supone una ilusión considerable en mi
vida. Tumblr es también otro de mis vicios.
Mi pelo es negro y azul, ya que utilicé un tinte
semi-permanente (Crazy Colour Violet y Sky Blue). Quería que fuese rosado (Candy Fuss, fue muy poco visible y se perdió el tono con rapidez), pero no encontré el tono deseado, y
terminó de este modo.
He probado extraños snacks chinos que compré en la pequeña
tienda de alimentación oriental. Y también encontré deliciosas chocolatinas Wonka. Descubrir sabores nuevos es agradable.
Mi piel no ha rozado el agua cristalina, marina o ensuciada
por el cloro. Eso es bueno.
No he puesto un pie fuera de la pequeña isla en la que vivo,
desgraciadamente. Aunque sea un verano frío,( afortunadamente para mí) y mis
actividades sean un tanto “aburridas”, estoy bien, manteniendo una actitud
diaria un tanto optimista, momentáneamente interrumpida por momentos de
frustración o enfados. Pero dentro de las posibilidades, considero que no lo
paso mal. Y ya es agosto, estando tan cerca del mes en el que regreso al
instituto de arte para convertirme en una alumna de segundo de bachillerato que
no ha decidido su futuro.
miércoles, 30 de julio de 2014
014~ Meta alcanzada. Autosatisfacción con la pérdida de 30kg.
La finalidad de esta entrada no es maravillar con una
escritura compleja, sino que simplemente
me apeteció escribir algo sobre el tema, a pesar de que he estado demasiado
tiempo sin poner a funcionar mi cerebro a la hora de expresarme mediante la
escritura. Básicamente, compartiré mi experiencia y pensamientos aquí.
Desde que era muy pequeña, a partir de una operación de garganta,
oído y fosas nasales al ser muy enfermiza, comencé a ganar peso a pesar de
haber sido delgada hasta los seis años. Desde entonces, gracias a la deliciosa
y cuantiosa comida de mi madre, sumada a la genética poco favorable, empezó mi
calvario. Como consecuencia al sobrepeso y la obesidad desde temprana edad,
puedo decir que pasé una época muy mala en la que todos los niños se burlaban
de mí, me criticaban y ese tipo de actitudes crueles que solo conoce quien lo
ha experimentado. Dejé de ser risueña y sociable para convertirme en una niña
solitaria que lloraba frente a su madre cada día al llegar de la escuela tras
verse en un espejo, sin comprender la situación. A partir de ese punto intenté
numerosas dietas, pero terminaba abandonando en algún punto. El bullying siguió,
y las inseguridades crecieron hasta el punto de ser incapaz de hablar con
alguien sin experimentar una sensación horrible. Cohibida, marginada,
infravalorada; odiaba mi persona.
Recuerdo que uno de mis récords fue perder diez kilos con
los famosos batidos Herbalie a los once años; kilogramos que se multiplicaron
posteriormente... Sinceramente me creía inferior, y logré que todo el mundo
pensase eso de mí. No me arreglaba en lo absoluto, y esa sensación indescriptible
no puede transmitirse mediante palabras. Las gafas y los aparatos dentales no
colaboraron mucho a la hora de tratar de aumentar mi autoestima. Era inmadura y
la actitud superficial de la gente me afectó. La pubertad fue desagradable, y
pensar que me gustaba un compañero de clase solo me hundió más y más, pues
sufría en silencio.
Más tarde madura raíz de una racha optimista producto del
descubrimiento de cosas que me encantan; en especial el grupo My Chemical
Romance. Aprendí a valorarme ligeramente. Aun así, seguía siendo incapaz de bajar
de peso. Pero ya no me torturaba mentalmente, pues todo me daba igual. Los
comentarios exteriores resbalaban por mi cerebro como el agua por mis
imperfecciones.
Hace dos años, un poco antes de las Navidades, mi madre me
propuso ir a un herbolario juntas y probar la dieta de las proteínas (Dukan), y
sin muchas esperanzas puestas en ella y con desaprobación a la idea de
alimentarme solo de carne (pudiendo considerarme prácticamente vegetariana), di
un paso adelante, aceptando la propuesta.
El verano anterior había caminado diariamente una hora con
mi familia, aunque odiase el deporte. Traté
de llevar una alimentación saludable, aunque no funcionó (la genética es cruel)
. Mi metabolismo es una condena. Pesé alrededor de 77 kilogramos, midiendo 1,59
metros, y mi complejo era abismal.
Seguí las indicaciones del dietista, y aun así bajaba de
forma demasiado lenta. Comía exactamente lo mismo todos los días, pollo y
lechuga, sin excepción. En mi cumpleaños lo celebraba yendo a mi restaurante
chino favorito, y saborear algo delicioso era altamente agradecido por mi
paladar.
En septiembre de 2013 conseguí llegar a los 60kg, lo cual
suponía mi meta, y poco a poco me sentía más satisfecha con mi persona. Sin
embargo, me enfadaban aquellas personas que llegaban a cometer terribles locuras
pesando cincuenta, ya que me llenaba de ira saber que no comprendían el
verdadero sufrimiento.
Seguí por cuenta propia, ya que el herbolario era caro, y
entonces cada vez me obsesioné más y más. Mi hermana, quien tiene
hipertiroidismo, pasó por lo mismo y el Internet la influenció malamente,
comiendo menos cada semana. Perdía peso rápidamente, y me dieron celos. Yo hice
lo mismo.
Hasta hace poco continué de la misma manera, almorzando dos
salchichas y picando un poco de pechuga de pavo en el día, hasta que me subí a
la báscula y me sorprendí al darme cuenta de que marcaba 47kg, pues yo no
aparento esa cifra, y me asustaba que mi salud se viese afectada. Creo que
además ahora he bajado un poco más. Hace una semana, y ahora intento comer de
forma saludable. Probar platos después de años de abstinencia es una
experiencia genial. Hoy mismo me ilusionó comer un rico plato de caraotas
negras.
Me siento bien
conmigo misma así. Estoy orgullosa del gran esfuerzo que he hecho, y no solo he
perdido treinta kilos, sino también un alto grado de inseguridades. Tengo
miedo. Me invade el pánico al imaginar que puedo volver a lo que era antes, y
en parte me ha afectado psicológicamente. Es un trauma que no desaparece
fácilmente. Aunque estoy feliz y me gustaría demostrarle a aquellos que me
trataron mal que he conseguido mi objetivo; he cambiado MUCHO; no solo físicamente.
También me alegra poder ser un ejemplo para aquellas personas que han pasado
por la misma situación; es posible. Es duro, y es un proceso largo. Pero vale
la pena aprender a quererse a uno mismo.
La forma de percibir el mundo da un vuelco. Ya no derramo
más lágrimas en los probadores de las tiendas, o camino con la cabeza agachada
y aguanto la respiración para “meter la barriga” frente a los demás. Realmente
la sociedad es un asco, y los cánones de belleza estúpidos. Eso lo sé, pero
esta meta la crucé por mí misma; mi reto. Porque ahora visto como me gusta
(dentro de lo posible, pues las prendas del estilo visual kei son caras), y me
siento bien, sin importar las miradas de los extraños o los comentarios
despectivos, pues yo soy feliz, y por lo tanto llamar la atención, aunque sea
de manera negativa, me gusta. Diariamente la gente dice “mira, tiene un ojo
rojo”, porque llevo lentillas, o “ay Dios mío” por parte de una viejecita al
verme con los pantalones de cadenas. Porque regresé en verano a mi antiguo
colegio y el asombro de todos, incluidas las monjas, al verme me divirtió. Los humanos son realmente
extraños. Hasta lo más simple, como dormir, cambió, ya que al acostarme los
huesos chocan contra el colchón(algo incómodo), cuando en el pasado solo sentía
la barriga. Vientre fofo, varices tengo. No me importa; mis marcas de guerra.
Antes ni siquiera podía percibir con el tacto de los dedos las clavículas o
cruzar las piernas. Y aunque sigo siendo tímida, puedo hablar sin tartamudear o
desviar la mirada.
En definitiva, no hay que cometer estupideces para
satisfacer a otras personas, sino ser prudentes, no tener prisas y hacer las
cosas solamente porque realmente lo deseas. Apreciarse a uno mismo te impulsa a
hacer cosas con libertad, a no cerrarse o darse por
vencido y creerse capaz de lograr sueños. Motivación, determinación y
perseverancia .
jueves, 9 de enero de 2014
013~ Año nuevo y un futuro incierto.
Mis manos están heladas como si hubiesen estado apresadas
dentro del congelador, mas la realidad es que las temperaturas bajas y el frío
exterior logran traspasar las gruesas paredes de mi casa y colarse desde algún
sitio.
Desperté hace poco y ciertamente desconozco el aspecto que
tendrá la calle, pero gracias a los sonidos de la fuerte lluvia cayendo o el de
las ruedas arrastrando agua y los soplos del viento, puedo intuir que el cielo
está oscuro y el suelo encharcado. Es
por eso que mi perro está hecho una bolita a mi lado envuelto en mantas
buscando calidez, y yo me cubro con dos abrigos, tumbada en el sillón en lugar
de estar en bostezando clases. Río cuando la gente piensa que estas islitas son
un paraíso tropical por culpa de los medios y sus fines comerciales cuando la
verdad es muy distante.
Hace tiempo que no escribo aquí, por pereza o por falta de
argumentos novedosos. Creo que debo hacer memoria y hacer algo más que culparme
por mi inutilidad.
Las Navidades pasaron tan rápido como llegaron. Las
vacaciones transcurrieron en calma, poco provechosas pero relajantes. Dormirse
de madrugada y despertar casi al medio día es algo que me agrada y a lo que me
habitué. Siento que perdí la ilusión por estas fechas, y me pregunto si pasará
lo mismo con todas ellas.
El día veinticuatro cenamos en un restaurante asiático, y
disfruté de la comida que me supo a las mil maravillas hasta el punto de creer
que mi estómago explotaría. Entonces regresó la culpabilidad. Pero estuvo bien.
El resto de días transcurrió entre reuniones familiares y
horas frente al ordenador. Sin darme cuenta, volvía de la casa de mis abuelos con
el sabor de la sal en mi lengua a causa del jamón serrano ingerido, y las
campanadas que anuncian el fin de esos largos doce meses sonaron en algún
lugar, inaudible para mí ya que yo lo calculaba los minutos con mi teléfono
móvil aquella noche vacía en el coche. No sentí nada distinto, excepto una
ligera emoción que me recorrió escasos segundos.
Es entonces cuando uno debo hacer un recuento y marcar
nuevas metas que puede que se prolonguen para el año siguiente.
El 2013 sin duda fue extraño. Momentos malos y buenos equilibrados
con dificultad con en una balanza.
Experimenté la decepción conmigo misma por un error ridículo
que acabó con la confianza de aquel profesorado de mi anterior colegio durante
trece cursos. Hice tonterías. Pero maduré. Me gradué y me marché de ese sitio
en el que ya no me miraban de la misma forma y me despedí de todas las personas
que conocía para irme a un instituto y decidirme al fin por elegir arte. Aún no
sé si es una decisión correcta, aunque académicamente voy muy bien y salgo
adelante. Los nuevos compañeros no me marginaron e incluso suelo hablar con
varios de ellos. Aunque quizá esperaba un poco más.
El grupo que me abrió las puertas hacia cosas desconocidas
que ahora me llenan y cambiaron mi amargo día a día se separaron aun cuando
prometieron no poder hacerlo jamás. Más decepción y tristeza. Pero debí
acostumbrarme y asimilar que no los vería de nuevo juntos, ni habrían más
conciertos o más Frerard. Dolía y el proceso de adaptación conllevó un enorme
cubo de lágrimas.
Pero por otro lado mi oportunidad de aferrarme a mi otro
grupo favorito aumentó, y me sentí
orgullosa de haber podido conseguir viajar hasta un país distinto (cosa
que no hacía desde que tuve un año), a Francia, para verlos. The GazettE, lo más cercano a la perfección
que he visto y puede que escuchado. Otro de los eventos más felices y
especiales para recordar. Aun así, conservo un cierto sabor ácido por no poder
haber compartido la primera fila y ese momento con las personitas que quería. Pero
ese año conocí en persona a gente con la que había hablado por esas mágicas
redes sociales, y otra con la que no tanto. Fue genial. También paseé por Barcelona con Tuixó y descubrí sitios nuevos.
Adoptamos a un perrito con el que yo me negaba a encariñarme
por temor a sufrir por su muerte, como me había ocurrido antes. Pero sucumbí a
sus encantos, y ahora es extraño encontrar calcetines que no estén agujereados
por sus afilados dientitos.
Fue el año de la dieta. Bajé más peso que en otras
ocasiones. Gané un poco de confianza en mí misma y algo de autoestima. Al fin
logré el resultado deseado con mi pelo y encontré en un regalo de Navidad (una buena
plancha) la solución para mi gran trauma con este.
Terminé mis dos fics largos y me sentí realizada. Acabé el
curso C1.2 de inglés.
Recaí de nuevo en la monotonía, aunque creo que escribiré en
letras grandes con rotuladores de colores esa lista con una serie de propósitos
que me obliguen a esforzarme y acabar con mi típico “esperaré a que algo ocurra y no haré nada”.
Intento mejorar mis habilidades con la guitarra, y la
ilusión de formar un grupo está ahora más presente que nunca puesto que he
empezado una especie de proyecto con Ue. Dos guitarras y nada más. Pero es un buen
principio, y seguramente será divertido.
Quiero bajar un poco más de peso y endurecer esa carne
aguada fruto de los kilos perdidos. Quiero dibujar mejor y escribir mejor. Quiero
mejorar mi estilo, ser visual kei, tener más ropa y forjar mi personalidad. Quiero
sacar el título de Cambridge, aunque me aterre ese examen. Y crece en mí cada
vez más el deseo de aprender japonés, porque el país en el que ese idioma es
hablado parece llamarme con intensidad.
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