jueves, 13 de agosto de 2015

La otra nueva "yo"

No tengo idea del porqué para comenzar con esto de nuevo; ¿hacer un seguimiento de esta vida y sus fases? ¿Las ganas de una yo futura orgullosa que rememore sus pasadas incertidumbres? ¿Gente que diga: vaya, ella pasó por esto... Y a todo eso, ¿por qué no estoy escribiendo mi historia de fantasía que he dejado abandonadita unas semanas? ¿Por qué ser egoísta y hablar sobre mí sabiendo que no irá a ninguna parte? Ni idea.

Ilusión ante la idea de continuar el blog en pequeñas entradas y tratar de varios temas es mi plan actualmente. Sin embargo, siempre me excedo... Pero hey, me apasiona escribir pese a que sea mucho más sencillo crear los párrafos en la mente, pues al fin y al cabo no es lo mismo cuando lo plasmas. Expresarse es complicado.

Sé por qué estoy aquí (en esta página, me refiero) y los recuerdos de una persona me obligaron a investigar otra vez redes sociales de ella. No hay duda, lo que ella dijo lo habré dicho yo también. Tan similares que hablar a cada hora pese a la distancia se sentía increíblemente bien; la alegría de las etapas oscuras. Puede que soñase situaciones con esta amiga gemela que jamás llegaron a cumplirse.
Hace no mucho, después de haber "cortado la comunicación" durante meses, estando yo misma en Barcelona le escribo. Quizá no soy buena con las palabras mas deseaba que le llegase aquel mensaje de "positivismo" de mi parte. Eso supuso un bloqueo y un adiós infinito. Lloraba como idiota en la estación de metro ocultando las lágrimas. ¿Sabes? Mucha gente vino y se fue (compañeros de escuela y escasos amigos de infancia) y poco me importó. Entonces, ¿cuál es el motivo de que esto duela de tal forma? Maldita enfermedad que te auto.destruye desde dentro...
Ahora miro sus fotos y pienso que son realmente buenas, al igual que lo que escribía. ¿Por qué acabó de esta manera? ¿Sigues viva aún o queda algo de ti en ese cuerpo?

Espero encontrar a alguien más, porque sería extraño no hacerlo, ¿no?

Soy Paula, ya mayor de edad, ya a punto de comenzar la universidad (Bellas Artes si es posible), ya cumplí el sueño de visitar Japón, algo tan idílico (ignorando el plazo de la matrícula de la universidad, porque el presente era lo único que me importaba y disfrutaba), ya dejé de ir a clases de guitarra y japonés (pero por mi cuenta sigo a duras penas), incluso me apunté a un gimnasio meses pasados y trabajé duro, ya superé la ansiedad, depresión, anorexia y bulimia (proceso horripilante aunque dicen que mucho más rápido que la mayoría de los que padecen esto). En este verano, y espero que para siempre, me dedico a aportarle todo lo posible a los perritos del albergue como voluntaria, ya que esos animalitos nunca jamás te repudiarán y son felices con tan poquito, que me llena (ah, y tengo un perro nuevo adoptado de allí).

De todo eso desearía hablar, con lenguaje fácil y nada de textos come-cerebros.
Sé que este giro tan enorme me transformó para mejor, y contemplar el cambio me asombra profundamente, Por ejemplo, leyendo diarios de esa época en las que me quería morir y no podía morder un pan por miedo, llorando asfixiada, o comerme la despensa entera e ir a comprar al supermercado para pegarme atracones bestiales el día entero. Me parece raro y ahora puedo relajarme sin ansiedad, achuchar perritos y salir agradecida con mi familia mucho más unida, sin preocupaciones.
Posiblemente mi cabeza ha mutado en muchas ocasiones, y temo que lo psicológico vuelva a atacar siendo alguien tan obsesiva que piensa tanto, loca en un manicomio. Pero no, en estos instantes resulta irreal y así pretendo seguir; de verdad estoy segura de ello.

Fin fin fin~


miércoles, 1 de octubre de 2014

018~ Diario 25/09/14

De



Dejo por aquí las primeras de este diario; un nuevo empezar.

Pretendía actualizar el blog a base de este proceso diario. Pero no es necesario. Así que lo guardaré para mí misma. Y cuando haya un cambio notable, entonces lo comunicaré. De todos modos, no es como si esta web la leyese alguien más que yo; aunque me engañe y piense que sí.

Lo dicho; es época de avanzar y buscar la  aclamada e indescriptible felicidad.

sábado, 9 de agosto de 2014

017~ Verano. Tercera parte. Con Tui en Tenerife.

Uno de los momentos más esperados para mí fue  la visita de mi amiga a la isla, aunque tan solo durase una corta semana. Y a pesar de mis numerosos intentos por convencer a mis padres para que se quedase en casa, estos resultaron ser vanos frente a la terquedad de ellos. Sin embargo, no quería permitir que eso me amargase. Habiendo escrito una lista a las y tantas de la madrugada con anterioridad numerando planes, teníamos algo para guiarnos.

-El día de su llegada no podía evitar contener mi nerviosismo, mas fue en vano, ya que el vuelo llegaría en la noche, y tras haber salido de la convención de anime, comprando una postal del anime K-on allí y escribiendo algo para entregarle, no me permitieron ir al aeropuerto. Me desanimé un poco, pues esto me hizo pensar que las cosas no saldrían como esperaba, y que me decepcionaría al tener unas expectativas altas. Pero la mañana siguiente me desperté y preparé, llevando el cosplay de Shion por última vez junto a mi hermana con un rápido cosplay de Inukashi improvisado la noche pasada. 
Fuimos a buscar a Nezumi, a ella, quien trajo unas pequeñas ratitas de peluche blanca y grisácea que estuvimos manoseando durante la mayor parte del evento. En ese encuentro, el segundo después del concierto de the GazettE, seguía presente el miedo de meter la pata o dudar sobre cómo comportarme. Pero traté de mentalizarme y mantener una actitud optimista.



Llegamos al recinto, entrando y arrimándonos a las escaleras para cortar y desgarrar su pantalón como el del personaje al que interpretaba con una tijera escolar. No quedó mal. Entonces, dimos la primera vuelta, a la que le siguieron muchas más. Nos sentamos en el karaoke para escuchar a la gente. Más tarde tomamos asiento para el concurso de cosplay que se retrasaría casi dos horas y presentaría problemas técnicos (destaco una actuación del Señor de los Anillos con un Gandalf, Sam, Frodo y Orco muy realistas). En la espera nos dedicamos a garabatear un bloc de dibujo.


La noté cohibida e insegura, ya que no se sentía bien con esa ropa aunque se viese bien, porque siendo “bobita”, siempre se insulta a sí misma. Yo no sabía qué hacer para enfundarle confianza cuando comentaba por lo bajo lo supuestamente terrible que era, y esto me entristeció. Por otro lado, lograr hacer un cosplay en grupo me ilusionó bastante.  Así que fue una experiencia extraña. Luego nos despedimos, y me entregó un papelito con el cómic sobre un pancake, una berenjena dibujada en un parche de tela y unos caramelos japoneses de manzana. Yo le entregué mi postal cutre. Un abrazo, y volví a casa.


El día siguiente tenía clases de japonés y guitarra, creo recordar, y además el semanal compromiso familiar de almorzar en casa de mis abuelos, desgraciadamente. Pero nos volvimos a ver el martes, paseando por las calles de aspecto antiguo de La Laguna, entrando a una tienda de ropa, de mascotas y el supermercado, donde decíamos bobadas sobre cualquier alimento, riendo como nunca lo había hecho en uno. 
Me alegré bastante al notarla más animada y habladora, comprendiéndonos en nuestra rara pero reconfortante manera de comentar tonterías; un calorcito absorbente revoloteaba en mi pecho. Parecíamos los típicos personajes irracionales de un anime de comedia o recuentos de la vida. Porque finalmente podía experimentar la sensación de tener a una amiga cerca.

Habiendo comprado los ingredientes necesarios para intentar hacer dorayakis, fuimos a casa (consiguiendo convencer a mi madre para dejar a alguien ir a casa) en autobús. En la estación, entrando a ella por donde entran los vehículos y está prohibido para peatones, un hombre me preguntó sobre lo que tenía en el ojo (lentillas), y otro dijo algo sobre un pastel al observar la levadura que llevaba en la mochila. Absolutamente todo era completamente random.

Mi perro nos recibió con babas, saltitos y lametones que nos provocaron un ataque de risa.

Nos pusimos manos a la obra, partiendo los huevos satisfactoriamente, echando cucharadas de agua en la mezcla de aspecto dudoso; azúcar, miel, levadura y harina. Fue realmente entretenido, pues incluso mi hermana se unió sonriente a nuestro experimento. Dejándolo reposar, conectamos los instrumentos musicales:  el bajo y la guitarra,  y los altavoces. Tocamos mirando tablaturas de canciones de My Chemical Romance. A pesar de no producir un sonido perfecto, la unión de los graves con los agudos y aquella fusión musical emitida a través de los amplificadores, hirvió mi corazón. La primera práctica del grupo. Olvidé cualquier otra cosa exterior a nuestro pequeño espacio estrellado y mágico creado por los sueños anhelados.

Cocinamos pancakes deformes en el sartén, mejorando poco a poco en el proceso; quemadas, trituradas, gruesas y algunas, para mi grata sorpresa algo decentes. Esto supuso otra sesión de carcajadas. Construimos una gran montañita torcida que se desmoronó ocasionalmente.
Las rellenamos de pasta de judías rojas, nutella y crema de cacahuete.
Dividimos tres y comimos asombradas por el grato sabor, viendo un capítulo del dorama Ouran Host Club, y parte de Go go g-boys, Boys Love 2, hasta que muy a mi pesar, tuvo que marcharse.








Nos vimos en la mañana siguiente, adormiladas y con ensaladas preparadas por mi madre para nuestra aventura en el Loro Parque. Allí andamos entre turistas, vimos espectáculos de animales, medusas invertidas y otras brillantes, monos, loros dementes y pingüinos trastornados que nadaban chocando contra el cristal…
 




Nos bañaron masas de agua helada producto de las ondas intencionadas de la cola de las orcas. Esperamos para conseguir una mesa para comer que robaron otras personas desvergonzadas, y finalmente nos subimos a un trencito amarillo que llevaba al Puerto, pero agotadas, caminamos poco y regresamos a mi hogar, donde cenamos tortilla francesa, y “fagirleamos” con los nuevos capítulos de Free!  y Love Stage, destornillándonos ante la escena del “elefante rosa” de Izumi. Otro imborrable recuerdo se sumo a mi “película vital”.


Jueves. Esa odiada y temida pesadilla había llegado; el examen avanzado de inglés, sobre el cual ya hablé. Y tras acabarlo, aún traumatizada y exhausta, almorcé y en la tarde invité a Tui a venir. 

Tocamos un poco más, terminamos la película, vimos Tokyo Ghoul, tratamos de hacer la croqueta en el salón, pero Key, mi mascota, nos mordía y perseguía, fracasando en el cómico intento. Y a oscuras, con frío y leve viento, sacamos al emocionado y valiente perro de orejas descomunales por los alrededores, acobardadas aunque divertidas por el camino tenebroso de tierra, rodeado de árboles. Fue gracioso.
Pero tuvo que irse de nuevo.


Viernes. Antes del próximo mediodía, tomamos el tranvía y llegamos a la capital, Santa Cruz, algo perdidas, compramos snacks chinos llamativos. Con la suerte de encontrar ofertas en la tienda de accesorios Clairie´s, y yo haciendo trampas sumado a la indecisión al elegir, conseguimos dos sombreritos, pulseras “gay” de amistad, una para obsequiar a mi madre, muñequeras y pendientes de sushi. Además, en otro local  ella se agujereó una oreja, pero la mía, desconsolada, todavía dolía demasiado. Compró camisetas de MCR, y me regalo una igual a la suya, acto que me enterneció de sobremanera. Las llevamos puestas, y llenas de complementos, alegres con nuestras adquisiciones recientes, dimos una vuelta por el centro comercial antes de ir a casa en bus, almorzar, sacarnos fotografías y marcharse, ya que esa tarde yo tenía clases.


La despedida se acercaba. En el aeropuerto, conmovida y con un nudo en la garganta, traté de mantenerme inalterable. Tui lloró, yo lo aguanté. Porque seguiríamos hablando a todas horas como hasta entonces. Sin embargo, sabía que me esperaría la soledad, al menos física. 
Me entregó unas cartas preciosas que leería después, y con un abrazo, agachándome por culpa de mis plataformas, nos dijimos adiós. Pasó la maquinita detectora, preparada para embarcar. Sacudiendo las manos como última señal, se alejó y desapareció de mi campo de visión. Debía volver.



Siempre, siempre conservaré estos recuerdos irrelevantes para muchos, pero significativos para mí.
Espero volver a reencontrarnos pronto.

domingo, 3 de agosto de 2014

016~ Vacaciones. Segunda parte. SUMMER-CON 2014

La Summer-Con es una convención de anime anual que se celebra cada julio, prácticamente la única existente en la isla en la que vivo. Por lo tanto, espero su llegada con ansias cada año. En esta ocasión, mis exceptivas e ilusiones eran mayores, pues no iría sola, sino que algunos compañeros del instituto también asistirían. Además, después de años fantaseando con hacer un cosplay decente, las ganas reprimidas dieron fruto a mi transformación en Shion (No.6). Por lo que, en resumen, mi motivación era elevada.

Sin duda, el primer día fue uno de los que más disfruté, ya que apenas al situarme en la cola existente desde muy temprano para comprar las entradas, recibí miradas y algún reconocimiento. Lo que me sorprendió fue que un chico bastante bonito de rasgos femeninos y actitud alegre a quien yo había mirado otros años viniese y se arrodillase, alabando a mi personaje. Me abrazó, y esto se repitió los días siguientes. Desgraciadamente mi timidez solo me permitió sonreír, embobada y sonrojada. Me emocioné.


Al poner un pie dentro del lugar, muchas personas pidieron sacarse fotografías junto a mí. Aquella proposición resultaba extraña y halagadora. Me sentí especial, incluso aquella vez en la que vestí ropa visual kei. Aunque siempre posaba de la misma manera como novata poco fotogénica que soy. Así que sin demora, divisé cosplayers que me gustaran y pedí más fotografías. Tengo una con un famoso Youtuber, Loulogio, y otra con un supuesto Jesús(?)

De ese modo,  conocí a personitas geniales, como las chicas que iban de Grell y Levi. Junto a mi hermana. Y perdiendo de vista a mis compañeros de clase, continué paseando por el lugar con la autoestima milagrosamente alta, al igual que la adrenalina y la temperatura, mas yo vistiendo una camisa de botones, un abrigo y una chaqueta, soporté el sol veraniego.  Y como si el cosplay tuviese poderes mágicos que concediesen seguridad en tu persona, acepté cantar el opening de Junjou Romantica junto a otras fujoshis (incluso tengo un vídeo de esto). Aprecio la amabilidad de las personas que van a ese sitio y facilidad que hay en relacionarse con ellas, pues hasta una problemática en la interacción humana puede hablar, reír y bromear naturalmente como si esos completos extraños de gustos comunes se tratasen de cercanos  conocidos de toda la vida. Me abrí a ellos con tanta sencillez que me asusté al asimilar estar sobre un escenario, gritando con una sonrisa abierta en el rostro rodeada de personas con un público relativamente grande. Para mí supuso una superación personal a gran escala. Fue tan divertido que deseé que aquello ocurriese siempre.








Dentro de esa burbujita ideal, en mi mundo imaginario poco duradero, continué socializando, a veces torpemente, como en el caso del cara a cara con seguidores de Twitter, al no poder reconocerlo y recibir un comentario de “esperaba algo más adorable”, seguido de una disculpa por mi parte. Porque al fin y al cabo sigo siendo antisocial. Quería caer bien, y pensaba en temas interesantes, hasta que me di cuenta de que actuar como me sugiriese mi ser era definitivamente lo mejor. También entablé conversaciones con Meru, quien estudia en la universidad de arte vecina a mi escuela, y sus simpáticos amigos.  Además me reencontré algunos antiguos compañeros del colegio, quienes quedaron impactados por mi cambio, aportando más confianza en mí misma.



Hubieron diminutos problemas; el binder o cubre-pecho, innecesario en mí, atentaba con bajarse constantemente, y a pesar de colocarle tiras, estas se descosían; comíamos botes de ramen comprados en la tienda de alimentación China, y pedía que los llenasen de agua hirviendo, dejando atrás la vergüenza. En una ocasión, el liquido hirviendo me cayó encima mientras sujetaba en envase con torpeza. Por otro lado, llevar las lentillas demasiadas horas secaban ligeramente mis ojos. El examen de inglés oral supuso la pérdida de una mañana en ese sitio. Pero la peor parte fue sin duda enfermar de gripe, incapaz de dormir en las noches a causa de la incomodidad nasal. Afortunadamente, el malestar desaparecía en el tiempo que pasaba en  el recinto.
Compré estampas y chapas, hasta el punto de triplicar el peso de mi preciada mochila y cubrir mi guitarra de pegatinas exageradamente random. Fui feliz al conseguí una barata camiseta de Free! Desgraciadamente mi presupuesto no era compatible con los precios de lo que se vendía.



El último día vino mi Nezumi, la personita que vino a Tenerife de vacaciones, junto a las pequeñas ratitas de peluche, y completé este bonito sueño de representar uno de los anime que más me ha llegado junto a alguien importante. Pero de esto hablaré más en la siguiente entrada.



La realidad me golpeó dulcemente al recapacitar sobre el fin de esos momentos de suma alegría y olvido de lo que existía puertas afuera. Esperé de nuevo, planearé cosas nuevas, y aprenderé a mantener la actitud positiva en el día a día con mayor frecuencia.

sábado, 2 de agosto de 2014

015~ Vacaciones. Primera parte.

La fugitiva  inspiración huye de mí últimamente. Sin embargo, me niego a dejar pasar el tiempo sin plasmar de mala manera algunas experiencias vividas para poder experimentar una sensación cercana a ellas al leerlas, pues mi limitado cerebro olvida con prematura rapidez. Resumiré en varios apartados los eventos más importantes de estos meses.

-Finalmente hice el examen de inglés (CAE), más tarde de lo planeado, coincidiendo con días importantes debido al despiste ocasionado por no entregar un papel cuando correspondía. Pasé mucho tiempo preparándome para esto, lo cual supondría el resultado al esfuerzo de todos los años estudiando el idioma. Sacrifiqué bastantes cosas para intentar lograr este título, cuya nota aún no ha sido publicada. Primeramente realicé la parte oral, nerviosa hasta el tuétano, confundiendo incluso mi nombre, vistiendo un atuendo visual kei, con gripe y un sol fundiendo mis neuronas mocosas. Recuerdo quedar con el chico de la academia para practicar un poco antes. Finalmente al salir de allí esa tarde, respire hondo como pude, aliviada, yendo a la convención del anime. Fueron quince minutos extraños que no creo que demuestren mi potencial. Pero sinceramente, una semana después, cuando tuve que hacer la parte escrita en la mañana, pasé cinco horas horribles de completo estrés y desesperación, presionada por el desagradable ambiente, angustiada por acabarlo dentro del tiempo límite. Un aula grande, gente seria y exámenes dentro de una bolsa de plástico cerrada. Temblaba, sudando, mareada. Tampoco era tan complicado. Aunque el aura me hundía cada vez más… No sé si soy la única que sufrió tal tortura mental, pero al acabar lloré y lloré sin comprender la razón, agotada psicológicamente, asimilando que todo acabó. Terminó. Fui libre.

-Comencé a estudiar japonés mediante unas clases impartidas por un profesor nativo que milagrosamente encontré a través de Internet. Todavía no estoy segura sobre el periodo de tiempo que podré tomarlas, ya que convencer a mis padres no fue sencillo teniendo en cuenta la situación económica. Pero estoy feliz, porque de algún modo me acerco al país que ansío con vehemencia. Poco a poco aprendo vocabulario y gramática, y pese a no ser sencillo, mantengo la motivación por estudiar y avanzar.

-Mi reto de tocar en guitarra la discografía de My Chemical Romance continúa, a pesar de que por motivos de la lentitud del proceso de conectar cables y buscar tablaturas he estado practicando menos de lo deseado. Igualmente dibujo prácticamente todos los días, aún fijándome en imágenes. Tengo un largo camino por recorrer. Además, ni siquiera he seguido escribiendo fics o leído un libro completo. Necesito darme prisa.

-Antes del examen de inglés, vi una larga lista de películas y series de habla inglesa, como es Sherlock, Doctor Who (no finalizada aún), Juego de Tronos o las de Marvel y X-Men, de las que ahora me considero fanática, al igual que de los actores como Benedict Cumberbatch y Tom Hddleston. Por otro lado, después de esto recuperé mi obsesión por el anime(http://myanimelist.net/profile/NyAki) y actualmente veo más de cincuenta, descubriendo verdaderas obras de arte en la animación, o guiones excepcionales e historias conmovedoras. “Fangirlear” con la salida de alguno que me emociona demasiado, como Free!, Tokyo Ghoul, Kuroshitsuji o Love Stage cada semana supone una ilusión considerable en mi vida. Tumblr es también otro de mis vicios.



Mi pelo es negro y azul, ya que utilicé un tinte semi-permanente (Crazy Colour Violet y Sky Blue). Quería que fuese rosado (Candy Fuss, fue muy poco visible y se perdió el tono con rapidez), pero no encontré el tono deseado, y terminó de este modo.




He probado extraños snacks chinos que compré en la pequeña tienda de alimentación oriental. Y también encontré deliciosas chocolatinas Wonka. Descubrir sabores nuevos es agradable.




Mi piel no ha rozado el agua cristalina, marina o ensuciada por el cloro. Eso es bueno.


No he puesto un pie fuera de la pequeña isla en la que vivo, desgraciadamente. Aunque sea un verano frío,( afortunadamente para mí) y mis actividades sean un tanto “aburridas”, estoy bien, manteniendo una actitud diaria un tanto optimista, momentáneamente interrumpida por momentos de frustración o enfados. Pero dentro de las posibilidades, considero que no lo paso mal. Y ya es agosto, estando tan cerca del mes en el que regreso al instituto de arte para convertirme en una alumna de segundo de bachillerato que no ha decidido su futuro.

miércoles, 30 de julio de 2014

014~ Meta alcanzada. Autosatisfacción con la pérdida de 30kg.

La finalidad de esta entrada no es maravillar con una escritura compleja,  sino que simplemente me apeteció escribir algo sobre el tema, a pesar de que he estado demasiado tiempo sin poner a funcionar mi cerebro a la hora de expresarme mediante la escritura. Básicamente, compartiré mi experiencia y pensamientos aquí.

Desde que era muy pequeña, a partir de una operación de garganta, oído y fosas nasales al ser muy enfermiza, comencé a ganar peso a pesar de haber sido delgada hasta los seis años. Desde entonces, gracias a la deliciosa y cuantiosa comida de mi madre, sumada a la genética poco favorable, empezó mi calvario. Como consecuencia al sobrepeso y la obesidad desde temprana edad, puedo decir que pasé una época muy mala en la que todos los niños se burlaban de mí, me criticaban y ese tipo de actitudes crueles que solo conoce quien lo ha experimentado. Dejé de ser risueña y sociable para convertirme en una niña solitaria que lloraba frente a su madre cada día al llegar de la escuela tras verse en un espejo, sin comprender la situación. A partir de ese punto intenté numerosas dietas, pero terminaba abandonando en algún punto. El bullying siguió, y las inseguridades crecieron hasta el punto de ser incapaz de hablar con alguien sin experimentar una sensación horrible. Cohibida, marginada, infravalorada; odiaba mi persona.

Recuerdo que uno de mis récords fue perder diez kilos con los famosos batidos Herbalie a los once años;  kilogramos que se multiplicaron posteriormente... Sinceramente me creía inferior, y logré que todo el mundo pensase eso de mí. No me arreglaba en lo absoluto, y esa sensación indescriptible no puede transmitirse mediante palabras. Las gafas y los aparatos dentales no colaboraron mucho a la hora de tratar de aumentar mi autoestima. Era inmadura y la actitud superficial de la gente me afectó. La pubertad fue desagradable, y pensar que me gustaba un compañero de clase solo me hundió más y más, pues sufría en silencio.

Más tarde madura raíz de una racha optimista producto del descubrimiento de cosas que me encantan; en especial el grupo My Chemical Romance. Aprendí a valorarme ligeramente. Aun así, seguía siendo incapaz de bajar de peso. Pero ya no me torturaba mentalmente, pues todo me daba igual. Los comentarios exteriores resbalaban por mi cerebro como el agua por mis imperfecciones.


Hace dos años, un poco antes de las Navidades, mi madre me propuso ir a un herbolario juntas y probar la dieta de las proteínas (Dukan), y sin muchas esperanzas puestas en ella y con desaprobación a la idea de alimentarme solo de carne (pudiendo considerarme prácticamente vegetariana), di un paso adelante, aceptando la propuesta.
El verano anterior había caminado diariamente una hora con mi familia, aunque odiase el deporte.  Traté de llevar una alimentación saludable, aunque no funcionó (la genética es cruel) . Mi metabolismo es una condena. Pesé alrededor de 77 kilogramos, midiendo 1,59 metros, y mi complejo era abismal.
Seguí las indicaciones del dietista, y aun así bajaba de forma demasiado lenta. Comía exactamente lo mismo todos los días, pollo y lechuga, sin excepción. En mi cumpleaños lo celebraba yendo a mi restaurante chino favorito, y saborear algo delicioso era altamente agradecido por mi paladar.

En septiembre de 2013 conseguí llegar a los 60kg, lo cual suponía mi meta, y poco a poco me sentía más satisfecha con mi persona. Sin embargo, me enfadaban aquellas personas que llegaban a cometer terribles locuras pesando cincuenta, ya que me llenaba de ira saber que no comprendían el verdadero sufrimiento.
Seguí por cuenta propia, ya que el herbolario era caro, y entonces cada vez me obsesioné más y más. Mi hermana, quien tiene hipertiroidismo, pasó por lo mismo y el Internet la influenció malamente, comiendo menos cada semana. Perdía peso rápidamente, y me dieron celos. Yo hice lo mismo.

Hasta hace poco continué de la misma manera, almorzando dos salchichas y picando un poco de pechuga de pavo en el día, hasta que me subí a la báscula y me sorprendí al darme cuenta de que marcaba 47kg, pues yo no aparento esa cifra, y me asustaba que mi salud se viese afectada. Creo que además ahora he bajado un poco más. Hace una semana, y ahora intento comer de forma saludable. Probar platos después de años de abstinencia es una experiencia genial. Hoy mismo me ilusionó comer un rico plato de caraotas negras.
 Me siento bien conmigo misma así. Estoy orgullosa del gran esfuerzo que he hecho, y no solo he perdido treinta kilos, sino también un alto grado de inseguridades. Tengo miedo. Me invade el pánico al imaginar que puedo volver a lo que era antes, y en parte me ha afectado psicológicamente. Es un trauma que no desaparece fácilmente. Aunque estoy feliz y me gustaría demostrarle a aquellos que me trataron mal que he conseguido mi objetivo;  he cambiado MUCHO; no solo físicamente. También me alegra poder ser un ejemplo para aquellas personas que han pasado por la misma situación; es posible. Es duro, y es un proceso largo. Pero vale la pena aprender a quererse a uno mismo.

La forma de percibir el mundo da un vuelco. Ya no derramo más lágrimas en los probadores de las tiendas, o camino con la cabeza agachada y aguanto la respiración para “meter la barriga” frente a los demás. Realmente la sociedad es un asco, y los cánones de belleza estúpidos. Eso lo sé, pero esta meta la crucé por mí misma; mi reto. Porque ahora visto como me gusta (dentro de lo posible, pues las prendas del estilo visual kei son caras), y me siento bien, sin importar las miradas de los extraños o los comentarios despectivos, pues yo soy feliz, y por lo tanto llamar la atención, aunque sea de manera negativa, me gusta. Diariamente la gente dice “mira, tiene un ojo rojo”, porque llevo lentillas, o “ay Dios mío” por parte de una viejecita al verme con los pantalones de cadenas. Porque regresé en verano a mi antiguo colegio y el asombro de todos, incluidas las monjas, al verme  me divirtió. Los humanos son realmente extraños. Hasta lo más simple, como dormir, cambió, ya que al acostarme los huesos chocan contra el colchón(algo incómodo), cuando en el pasado solo sentía la barriga. Vientre fofo, varices tengo. No me importa; mis marcas de guerra. Antes ni siquiera podía percibir con el tacto de los dedos las clavículas o cruzar las piernas. Y aunque sigo siendo tímida, puedo hablar sin tartamudear o desviar la mirada.

En definitiva, no hay que cometer estupideces para satisfacer a otras personas, sino ser prudentes, no tener prisas y hacer las cosas solamente porque realmente lo deseas. Apreciarse a uno mismo te impulsa a hacer cosas con libertad, a no cerrarse o darse por vencido y creerse capaz de lograr sueños. Motivación, determinación y perseverancia .

Yo aún tengo muchísimos que cumplir, tales como trabajar en mis habilidades para escribir, dibujar o tocar la guitarra, vivir en Japón y una larga lista física que he creado uniendo hojas de papel.

(Foto del 2012)

jueves, 9 de enero de 2014

013~ Año nuevo y un futuro incierto.

Mis manos están heladas como si hubiesen estado apresadas dentro del congelador, mas la realidad es que las temperaturas bajas y el frío exterior logran traspasar las gruesas paredes de mi casa y colarse desde algún sitio.

Desperté hace poco y ciertamente desconozco el aspecto que tendrá la calle, pero gracias a los sonidos de la fuerte lluvia cayendo o el de las ruedas arrastrando agua y los soplos del viento, puedo intuir que el cielo está oscuro y el suelo encharcado.  Es por eso que mi perro está hecho una bolita a mi lado envuelto en mantas buscando calidez, y yo me cubro con dos abrigos, tumbada en el sillón en lugar de estar en bostezando clases. Río cuando la gente piensa que estas islitas son un paraíso tropical por culpa de los medios y sus fines comerciales cuando la verdad es muy distante.

Hace tiempo que no escribo aquí, por pereza o por falta de argumentos novedosos. Creo que debo hacer memoria y hacer algo más que culparme por mi inutilidad.

Las Navidades pasaron tan rápido como llegaron. Las vacaciones transcurrieron en calma, poco provechosas pero relajantes. Dormirse de madrugada y despertar casi al medio día es algo que me agrada y a lo que me habitué. Siento que perdí la ilusión por estas fechas, y me pregunto si pasará lo mismo con todas ellas.

El día veinticuatro cenamos en un restaurante asiático, y disfruté de la comida que me supo a las mil maravillas hasta el punto de creer que mi estómago explotaría. Entonces regresó la culpabilidad. Pero estuvo bien.
El resto de días transcurrió entre reuniones familiares y horas frente al ordenador. Sin darme cuenta, volvía de la casa de mis abuelos con el sabor de la sal en mi lengua a causa del jamón serrano ingerido, y las campanadas que anuncian el fin de esos largos doce meses sonaron en algún lugar, inaudible para mí ya que yo lo calculaba los minutos con mi teléfono móvil aquella noche vacía en el coche. No sentí nada distinto, excepto una ligera emoción que me recorrió escasos segundos.

Es entonces cuando uno debo hacer un recuento y marcar nuevas metas que puede que se prolonguen para el año siguiente.
El 2013 sin duda fue extraño. Momentos malos y buenos equilibrados con dificultad con en una balanza.
Experimenté la decepción conmigo misma por un error ridículo que acabó con la confianza de aquel profesorado de mi anterior colegio durante trece cursos. Hice tonterías. Pero maduré. Me gradué y me marché de ese sitio en el que ya no me miraban de la misma forma y me despedí de todas las personas que conocía para irme a un instituto y decidirme al fin por elegir arte. Aún no sé si es una decisión correcta, aunque académicamente voy muy bien y salgo adelante. Los nuevos compañeros no me marginaron e incluso suelo hablar con varios de ellos.  Aunque  quizá esperaba un poco más.

El grupo que me abrió las puertas hacia cosas desconocidas que ahora me llenan y cambiaron mi amargo día a día se separaron aun cuando prometieron no poder hacerlo jamás. Más decepción y tristeza. Pero debí acostumbrarme y asimilar que no los vería de nuevo juntos, ni habrían más conciertos o más Frerard. Dolía y el proceso de adaptación conllevó un enorme cubo de lágrimas.

Pero por otro lado mi oportunidad de aferrarme a mi otro grupo favorito aumentó, y me sentí  orgullosa de haber podido conseguir viajar hasta un país distinto (cosa que no hacía desde que tuve un año), a Francia, para verlos. The GazettE, lo más cercano a la perfección que he visto y puede que escuchado. Otro de los eventos más felices y especiales para recordar. Aun así, conservo un cierto sabor ácido por no poder haber compartido la primera fila y ese momento con las personitas que quería. Pero ese año conocí en persona a gente con la que había hablado por esas mágicas redes sociales, y otra con la que no tanto. Fue genial. También paseé por Barcelona con Tuixó y descubrí sitios nuevos.

Adoptamos a un perrito con el que yo me negaba a encariñarme por temor a sufrir por su muerte, como me había ocurrido antes. Pero sucumbí a sus encantos, y ahora es extraño encontrar calcetines que no estén agujereados por sus afilados dientitos.

Fue el año de la dieta. Bajé más peso que en otras ocasiones. Gané un poco de confianza en mí misma y algo de autoestima. Al fin logré el resultado deseado con mi pelo y encontré en un regalo de Navidad (una buena plancha) la solución para mi gran trauma con este.
Terminé mis dos fics largos y me sentí realizada. Acabé el curso C1.2 de inglés.

Recaí de nuevo en la monotonía, aunque creo que escribiré en letras grandes con rotuladores de colores esa lista con una serie de propósitos que me obliguen a esforzarme y acabar con mi típico  “esperaré a que algo ocurra y no haré nada”.

Intento mejorar mis habilidades con la guitarra, y la ilusión de formar un grupo está ahora más presente que nunca puesto que he empezado una especie de proyecto con Ue. Dos guitarras y nada más. Pero es un buen principio, y seguramente será divertido.

Quiero bajar un poco más de peso y endurecer esa carne aguada fruto de los kilos perdidos.  Quiero dibujar mejor y escribir mejor. Quiero mejorar mi estilo, ser visual kei, tener más ropa y forjar mi personalidad. Quiero sacar el título de Cambridge, aunque me aterre ese examen. Y crece en mí cada vez más el deseo de aprender japonés, porque el país en el que ese idioma es hablado parece llamarme con intensidad.

Crezco. Me hago mayor. Temo el futuro y mi indecisión. No quiero precipitarme. ¿Saber qué hacer con mi vida es un tema que debería haber zanjado? Estaría bien descubrir una profesión seria idónea para mí. Hasta entonces, seguiré soñando con vivir cómodamente en Japón, tener un grupo exitoso como los que tanto admiro, escribir tan bien como Oscar Wilde una novela, y dibujar como el mangaka más exitoso o el ilustrador más aclamado. Así que sin duda lucharé por encontrar mi camino aunque las decepciones duelan mucho.