22 de
septiembre del 2013
Finalmente
era domingo, y ese día esperado había llegado antes de darme la oportunidad de
asimilarlo.
Me
levanté de la cama a las seis de la mañana, encogida por el frío, aun con mi
sudadera de Pitufos. Rápidamente me vestí y desayuné un zumo, planchándome el
pelo y con una angustia interna insoportable.
El tiempo pasó rápido y cargamos
las mochilas, guardando el iPod, cuya mitad de pantalla estaba oscura, quizá
por la presión, estropeándose más aun, saliendo de la bonita habitación.
Vimos las
luces de un taxi en la entrada y corrimos hacia él, dejando antes mi madre la
llave del hotel en una cajita de metal. Hice gestos al hombre del taxi para que
esperase, y luego me di cuenta de que no
podía salir; no sabía el código para abrir esas rejas. Pero un hombre se marchó en ese momento, y de esa manera logramos salir.
El trayecto fue silencioso. Vimos casitas repartidas a los lados de la carretera. Pero yo solo podía morderme las uñas, angustiada.
Nos
quedamos allí, esperando a que alguien de seguridad viniese a aclarar las cosas
y crear las filas oficiales. Pero luego se fueron deshaciendo y formando otras,
y así sucesivamente, hasta que, sentados en el suelo irregularmente, como una
gran masa, vallaron a nuestro alrededor, encerrándonos prácticamente como a animales, haciendo
a la gente perder su sitio, y a otra adelantarse al resto. Desde entonces, estuve dentro
de un espacio triangular, rodeada por barras metálicas, y, afortunadamente, con
menos de veinte personas delante, los cuales eran mayoritariamente españoles y
un par de japonesas ricachonas que habían asistido a todos los conciertos de la gira.
El espacio era reducido, pudiendo sentarnos a duras penas, con los pies
doliéndonos desde las nueve de la mañana.
A mi
alrededor habían francesas, portuguesas, italianas, alemanas, inglesas y
españolas, proviniendo de países distintos con un mismo fin e interés. Pero
muchas, francesas, (hablando en femenino puesto que habían pocos chicos),
anteponían conseguir puestos buenos ante cualquier cosa, sin importarles el
hecho de colarse, golpear, o gritar haciendo dramas innecesarios.
Ue y
Tuixó llegaron más tarde, y traté de pensar en una manera de que estuvieran
conmigo y no tuviesen irse al final de la cola, pero teniendo en cuenta el
control de algunas personas, me resultó imposible, y debí quedarme allí, ya que
yo tampoco quería perder el sitio.
Tuvimos la idea de abrir la valla para ir al
baño o comer, pero era peligroso, ya que a veces habían problemas cuando
intentaban volver a entrar. Por eso, yo salí un par de veces, agarrando un bote
de ensalada y un sandwich que apenas mordisqueé de pie en la cola, y yendo al
baño, abriendo por error la puerta que dirigía al escenario, escuchando a
alguien probar el micrófono y los instrumentos. Aún no sé si se trataba de
ellos.
Otra vez vi a Iratxe, y me abrazó.
Poco
a poco el espacio se fue estrechando, hasta el punto de incapacitarnos mover los
brazos, apretados entre gente, quedando aún muchas horas para que comenzase el
concierto. Las francesas empujaban, quejándose de que nosotras le hacíamos
“mucho daño”, saltando a la primera con voces grave y poca simpatía. Muchas se
contuvieron para no golpearlas, armándose de paciencia y dirigiendo algunos
insultos que fueron respondidos por otros en distinto idioma. Era un corral de ovejas formado por una multitud de gente impaciente.
El
staff del lugar solo atendía a la gente del país, hablando con ellas
animadamente e ignorando nuestras palabras que pedían ayuda y educación. No
habían medicamentos, y a una chica le dolía mucho la cabeza. Parecía una guerra
que nos impedía disfrutar del momento, aumentando nuestra ira. Por ello, cuando
los cámara pasaron, habiendo llegado el grupo del foro de the GazettE español
con la gran bandera que más tarde firmé, no pude salir y ser grabada, pero los
observé mientras coreaban "España".
Mi madre aprovechó el momento
para entregar el sobre con mis dibujos al staff japonés, alegrándome con el
pensamiento de que lo verían.
Las
cámaras seguían grabando todo, y entrevistaron a algunas personas, varias de
ellas españolas. Pero el ambiente en la zona en la que me encontraba iba a
peor, y los empujones aumentaban, quedándome con las caras de esas quienes se
colaron.
A
veces mi madre me traía agua, y David, el “relaciones públicas”, me ofreció una
Orangina, probando esta por primera vez. Pasaban varias veces preguntándonos
por nuestro estado, y conseguí algún Malteser.
Mi
madre ganó algo de fama, sacando fotos a alguna gente vestida de manera “rara”
en la cola. Alguno incluso llevaba peluca o cosplay.
Veía
a personas pasearse tranquilamente por el lugar, mientras que yo permanecía
acorralada. A pesar de esto, sabía que valdría la pena.
Los
minutos pasaban, y mi ser se exaltaba, convenciéndome de que aquello no se
trataba de un sueño.
Tres
horas antes, los chillidos incrementaban. Pincharon a una chica y esta le
devolvió un puñetazo, desatando discusiones y desprecio.
Al ser yo la menor, la
gente era muy amable y cambiaban el sitio evitando que me aplastasen.
Al final,
debieron separar a la gente VIP y a los del Fan Club, dándole a esta la bolsita
con los regalos.
La presión disminuyó, pero seguía existiendo, como alimentos
enlatados en un bote demasiado pequeño.
El
tiempo avanzaba lenta y tortuosamente. Ya eran las cinco y media, y yo tenía un
temor enorme por ser una de las pocas con entradas impresas, creyendo que
podría causar alguna complicación y quizá no pudiese entrar. Pero esto
desapareció cuando, después de pasar la primer tanda, de diez en diez, de la
gente del Fan Club, mi entrada fue rota y pasé de las primeras con la
adrenalina recorriéndome las venas y llenándome de energía. No podía correr,
aunque aceleré el paso, pasando por el stand en el que se mostraban los goods,
sin detenerme, sabiendo que la madre de Ue me conseguiría la camiseta del Tour.
Abriendo
unas grandes puertas, entré a la sala no muy amplia, con pocas personas dentro,
hallando un huequito en el medio, un poco hacia el lado de Uruha, en la primera
fila, consiguiendo el lugar ideal que siempre había querido.
No creía que
estuviese en ese sitio, observando desde muy cerca la batería de Kai, brillante
y bonita, y varios micrófonos, con una gran cortina en la que se leía el nombre
del grupo de fondo.
No
tenía el pase que debían darte al ser VIP, por lo que volví a la entrada
pidiendo este y colgándomelo en el cuello. Solo eso. Ni poster ni nada, y la
cuerdita no tenía dibujado el nombre de the GazettE. Pero no me importó mucho. Volví
a mi puesto, siendo reprendida por un hombre que me dijo que no corriese. En
realidad no sabía el porqué de hacerlo. Supuse que se trataba de la emoción
contenida.
Algunas
personas guardaban sitio para que otras fueran a por los goods, y el malhumor
que antes se respiraba, ya no estaba presente. Debíamos esperar hasta las ocho,
con una música sin letra que se repetía constantemente de fondo.
Nos
sentamos poco tiempo, ya que nos obligaron a ponernos de pie. El lugar se iba
llenando, ocupando la mitad del local solo con las personas de entrada
especial. Era privilegiada al estar allí, y lo sabía.
Me sujeté a la valla
firmemente, bromeando, hablando con los demás y sacando algunas fotos, con una
sonrisa de oreja a oreja.
Vi a
Ue y a Tuixó en la quinta fila, con gente alta delante suya. La primera tenía
los ojos empañados, y deseé arrastrarlas a mi lado.No podía. Las miraba de vez
en cuando algo apenada. Quería que estuviéramos las tres juntas.
Empezamos
a gritar “gazetto” en coro, terminando siempre con unos chillidos sin
significado, instándolos a salir ya. Pero fue gente del staff la que salió,
tomándonos fotos y grabándonos. Pensé que podría saparecer en el DVD, y mi ilusión
se hizo mayor. Debía comprarlo, aunque no tuviese dinero.
El
humo salía desde ambos extremos del escenario.
Un
hombre se dispuso a afinar las guitarras de Aoi (se parecía algo a él); cinco
eléctricas y una acústica. Utilizaba alguna herramienta, pero era lento en su tarea.
Luego él y otras personas conectaron los instrumentos a los amplificadores, y
todos tocaron en alto, tomando el papel de the GazettE. Nosotros gritábamos,
haciéndoles famosos aquella noche.
El
que tomó el papel de Reita era muy animado. Hacía señas con las manos, nos
habló y también nos avisó sobre la prohibición de utilizar móvil o cámara para
grabar el concierto.
Cuando
me quejaba mentalmente de que no sentía las extremidades inferiores, las luces
azuladas y cegadoras se movieron de una manera mareante, de un lado a otro,
coordinadas con la intro que sonaba, alertándonos de que en breves instantes
saldrían ellos. Y así fue.
Primeramente
entró Kai, siendo una de las pocas veces que tuve la oportunidad de verlo de cuerpo entero. Llevaba un traje que le sentaba muy bien, y era más bajito y
delgado de lo que esperaba, pero extremadamente guapo. Se situó en su sitio
posteriormente.
No
recuerdo el orden, pero entraron Uruha, Reita y Aoi. De último Ruki, bastante
seguidos unos de otros.
Uruha
. Juré que era el ser más precioso que mis ojos hubieran visto. Sus rasgos
eran hermosos, su peinado elaborado, y sus muequitas me derretían el corazón.
Reita.
Su carita era bonita, menos varonil, por así decirlo, que en fotos. Me pareció
tímido, adorable y atrayente. Su pelo y su bandita cubrían parte de su rostro.
Aoi.
Poco alto, flaco, cara linda y con expresiones simpáticas y graciosas. Tenía la
cara menos deshinchada de lo que imaginaba. Sus movimientos se me antojaban
sensuales.
Ruki.
Mi primer pensamiento al verlo fue “cabezón”.
Obviamente esto se debía a su peinado. Era de contextura pequeña, con
las piernas muy flacas y cortas. Llevaba esos tacones fluorescentes que le
aumentaban algún centímetro, y una cruz dibujada al lado de un ojo que me llamó
la atención. Era endemoniadamente atractivo.
Empezaron
a tocar Derangement, y de pronto mi cuerpo quedó aplanado contra la vaya. Pero
me daba igual. Salté y chillé tanto que un pitido inundó mis oídos.
Los
tenía justo delante de mí, a ellos, a esos seres que no parecían humanos, sino
muñecos perfectamente pulidos y habilidosos. Primeramente me pareció estar
viendo un DVD suyo en HD, pero obligué a mi cerebro a aceptar que no se trataba
de eso. Calidez. Entonces la mejor sensación que he experimentado en toda mi
maldita vida me golpeó, recorriendo todo mi cuerpo. Movía la cabeza al compás
de las notas, las manos y saltaba, liberando la energía que esas canciones me
producían. Poco me importaba el dolor de piernas, el calor, los empujones que
me apretaban contra la valla o mi pelo que se rizaba de manera horrible. Todo
desapareció, excepto ellos y yo.
No
recuerdo el setlist, ya que la emoción cegaba mis pensamientos y perdí la
noción del tiempo.Por eso pondré uno que encontré por ahí. Me centraré en
describir algunas imágenes fugaces que mi cerebro conserva aún.
Derangement
Vortex
Gabriel on the Gallows
Clever Monkey
Venomous Spider Web
Suicide Circus
Before I Decay
Dripping Insanity
Untitled
Agony
Headache man
Required Malefunction
Filth in the Beauty
ENCORE
Shiver
Hyena
Linda~ Candydive Pinky Heaven~
Derangement
Vortex
Gabriel on the Gallows
Clever Monkey
Venomous Spider Web
Suicide Circus
Before I Decay
Dripping Insanity
Untitled
Agony
Headache man
Required Malefunction
Filth in the Beauty
ENCORE
Shiver
Hyena
Linda~ Candydive Pinky Heaven~
Al
principio de una canción, la guitarra de Uruha no sonaba porque no estaba
enchufada correctamente, pero al darse cuenta el staff lo solucionó en escasos
segundos, y él siguió tocando con maestría. Al tenerlo en frente, tocando
mientras realizaba movimientos sugerentes y sacaba sus labios como si se tratasen de un piequito, mi mirada no se
apartaba de él. Sus solos de guitarra me erizaban el vello.
El
sonido del micrófono de Ruki a veces se escuchaba muy bajito, y más aun con los
gritos de los fans, aunque esto solo pasaba en algunas ocasiones. Su peinado se
estofó y se veía más cabezón. En realidad no tenía el pelo ondulado, sino con
mucha laca y las puntas hacia afuera.
Al
terminar las canciones se iban hacia atrás todos y se daban la vuelta, bebiendo
algo de agua o arreglándose el pelo. Entonces nosotros acordábamos gritar sus
nombres, rasgando nuestras cuerdas vocales.
Aoi
hacía gestos con la mano quejándose de que hacía calor, y en cierto momento
echó su cabeza hacia atrás, peinándose hacia esta dirección y moviendo el
cuello, despejando su cara de cualquier mechón, asemejándose a una publicidad
de televisión en el que promocionan algún champú. En ese momento las luces eran
débiles y se veía muy bien.
Ruki
llevó la mano a su entrepierna, sobre sus pantalones ajustados, dos veces,
mordiéndose los labios y metiéndose algún dedo en la boca, chupándolo y
sacándolo más tarde. Era la imagen más sexy que había visto nunca, y verla tan
cerca de mí me cortaba la respiración. Podía imaginar cualquier fanfic lemon
con el enano como protagonista en ese instante.
No
dijo más que una frase en francés, y habló en inglés, soltando frases como “Are
you ready?” “We are gazettE”, o “Are you having fun?” A esto último nosotros
respondimos con una afirmación, pero él nos desconcertó diciendo “no”. También
utilizaba algunas palabras en japonés que suele decir en sus conciertos.
Reita
tocaba muy agachado y sacaba su lengua, sacándonos gritos.
Aoi se veía muy animado y sonreía. Solo fue hacia el lado derecho un par de veces.
Uruha apenas miraba su guitarra y sus dedos bailaban sobre los trastes de forma experta. Veía la parte superior de la carita de Kai y a sus baquetas subiendo y bajando.
Casi ninguno llevaba lentillas, y no sé si debo adjudicar el hecho de que creí que Ruki y Uruha me miraron a mi imaginación, pero yo lo creí así.
Aoi se veía muy animado y sonreía. Solo fue hacia el lado derecho un par de veces.
Uruha apenas miraba su guitarra y sus dedos bailaban sobre los trastes de forma experta. Veía la parte superior de la carita de Kai y a sus baquetas subiendo y bajando.
Casi ninguno llevaba lentillas, y no sé si debo adjudicar el hecho de que creí que Ruki y Uruha me miraron a mi imaginación, pero yo lo creí así.
Con
respecto al fanservice, las parejas principales cambiaron, siendo Aoi con Reita,
y Ruki con Uruha, rompiendo el famoso Reituki o Aoiha que todos esperaban ver.
Aoi
se pegaba bastante al bajista cuando tenía la ocasión, dedicándose miradas,
estando a escasos milímetros de distancia un rostro de otro en un momento en
el que el guitarrista estaba sobre Reita, intimidándolo. Este intentaba huir
siempre.
Ruki
y Uruha estuvieron muy cerca el uno del otro, y el primero le pasó el brazo por el hombro
dos veces. En Hyena, además de esto, el menor agarró el micrófono y toqueteó el
pezón de Uruha con él durante muchos segundos. El mayor hacia muecas y parecía
alegre. Hubo un momento en el que Ruki le sostuvo la botella de agua para que
el otro bebiese de la pajita. Me pareció una acción muy tierna, y los dibujé en
mi mente dándose de comer mediante cucharaditas, como una parejita romántica.
Reita
se acercó varias veces a Ruki y tocaba junto a él, al igual que Uruha y Aoi.
Los cuatro se subieron sobre los grandes altavoces de dos en dos, y mis
orbes no sabían a dónde dirigirse.
Cada
vez que una canción se acababa, mi corazón se resentía, preguntándose cuánto
quedaba, sufriendo porque quedarse así para siempre no era una opción posible y
pronto terminaría. No quería pensar en ello.
Casi
al final, Aoi dejó su guitarra de pie
apoyada en un altavoz con cuidado, pero esta se cayó del escenario más tarde y
él se llevó las manos a la cabeza, “haciendo drama” y negando, preocupado. A
pesar de ello el staff recogió el instrumento rápidamente y se lo alcanzó. Mas
que sentir lástima, reí en esa situación.
Ruki nos
debaja cantar, observando que prácticamente gritábamos las letras de las
canciones desde nuestra alma. En Agony hacíamos los coros. En Filth in the
Beauty, comprobé que seguía sin haberse aprendido la parte en inglés, y
nosotros la pronunciábamos correctamente.
Llegó
Untitled, y con fuerte nudo en la garganta canté esa letra que me sabía a la
perfección con voz ya ronca.
Le tiraron una bandera francesa y él se la colocó alrededor del cuello. Luego miró a Reita haciendo un movimiento de torero; este negó con la cabeza y nosotros sonreímos.
Le tiraron una bandera francesa y él se la colocó alrededor del cuello. Luego miró a Reita haciendo un movimiento de torero; este negó con la cabeza y nosotros sonreímos.
En la
última canción de la primera parte, mis lagrimales se humedecieron. Faltaban
poco, y mi sueño se habría esfumado.
Tiraron
algunas púas y se marcharon. La duda de volver a verlos salir me carcomía. Los
minutos se me hicieron eternidades.
Salieron
todos nuevamente con la camiseta de Rad Man
(excepto Ruki, quien no se cambió) que les quedaba grande. Nosotros
bromeábamos diciendo que no era necesario que se cambiasen detrás de las
cortinas.
Shiver,
la primera canción suya y del género jrock que escuché, comenzó a sonar, tan
bonita como jamás la había escuchado, mil veces mejor que en sus álbumes, porque
allí, tocaban con sentimiento frente a sus fans.
Luego
fue Hyena, y llegó el fatídico momento en el que dijo “last song”, cuando fui
consciente de que en realidad estaba viviendo aquello, y que no debía seguir
fantaseando con verles.
Dimos
palmadas en Linda, esforzándonos en hacernos notar. Aoi tocó su solo, y todo
terminó tan rápido como empezó. La larga espera de meses para disfrutar de esa
hora y media valió la pena, pero me pareció una experiencia efímera.
Pude
ver a Kai lanzando lejos sus baquetas. Era precioso.
El
resto hacía lo mismo, tirando las púas demasiado lejos como para que pudiese
agarrar alguna, mientras Ruki nos empapaba con agua de su botella, llenando de
gotitas mis gafas por tercera vez, apróximadamente, en esa noche, teniendo que
limpiarlas velozmente con mi camiseta para poder seguir viéndolos, con los
latidos de mi órgano vital acelerados, como si hubiese corrido un maratón.
Se
fueron. Uno por uno, se despidieron desapareciendo de mi vista, Ruki de último,
tirando botellas, confundiendo a mi cerebro al pensar que aquello nunca había
pasado en realidad cuando el escenario quedó desierto, sin contar con el staff,
quienes terminaron de regalar las púas que habían trabadas en los micrófonos.
Un chico a mi lado consiguió una de Uruha, y una chica de Tenerife la de Aoi.
¿Por
qué había terminado? ¿Qué haré ahora? ¿Qué ilusión tendría para seguir
adelante? ¿Volverían? Y si era así, ¿Cuándo? ¿Podría ir?
Una
mítica canción que me convirtió en agua salada sonó de fondo, cuando la gente
empezaba a dispersarse y a salir, sabiendo que no saldrían de nuevo. Nunca lo
hacían. Era Knocking on heavens door. Jamás podré volver a escuchar es canción
sin recordar aquel instante en el que las lágrimas corrían por mis mejillas
como un manantial.
Me giré, sin querer irme, conmocionada y con la camiseta empapada. Vi a Ue, llorando, de pie. Estallé en un llanto más profundo, abrazándonos y llenando de mocos la ropa de la otra. Todos mis sentimientos se liberaron y exploté como una bomba. ¿Por qué no podía experimentar esa felicidad otra vez? ¿Podría inventar una máquina del tiempo y retroceder los días, para revivir aquello eternamente? No.
Me giré, sin querer irme, conmocionada y con la camiseta empapada. Vi a Ue, llorando, de pie. Estallé en un llanto más profundo, abrazándonos y llenando de mocos la ropa de la otra. Todos mis sentimientos se liberaron y exploté como una bomba. ¿Por qué no podía experimentar esa felicidad otra vez? ¿Podría inventar una máquina del tiempo y retroceder los días, para revivir aquello eternamente? No.
Buscamos
a Tuixó, encontrándonos con la madre de Ue, quien fue a comprar más goods. Más
tarde la vimos en ese pasillo lleno de gente, y llorábamos las tres como
tontas.
Salimos
a una zona descubierta y cerrada, saludando a Ishi, Kuri, Raika y Misu. La
primera nos grabó mientras sollozábamos atacadas y reíamos al mismo tiempo con
los comentarios de ellas. Ese vídeo lo subirá a Youtube, muy a mi pesar (ya que
salí con gafas, pelo de caniche, ropa cutre (cuando todos vestían bien) y
llorando). Pero es un recuerdo bonito.
A través de unas rejas vimos a mi madre, y esta se burló de nosotras sacándonos fotos. Nuestras caras en ese momento eran épicas.
A través de unas rejas vimos a mi madre, y esta se burló de nosotras sacándonos fotos. Nuestras caras en ese momento eran épicas.
Intentamos volver a la zona del escenario, pero no nos dejaron pasar, así que resignadas salimos de la sala, moqueando. Entonces los cámara oficiales nos grabaron, a los españoles que estábamos allí, reunidos con una pequeña bandera, sudados y felices. Estuvimos así un rato y el hombre nos agradeció.
Luego
fuimos capaces de acallar nuestros llantos y sustituirlos por risas. Mi madre
me dio diez euros y me hice con una toalla, poniéndome en el coche de Ue la
camiseta del Tour que ellos llevaron. Resoplé dándome cuenta de que a ellos les
quedaba más enormes que a mí.
Más tarde conseguí algo mas de dinero,pero habían cerrado el recinto.
Más tarde conseguí algo mas de dinero,pero habían cerrado el recinto.
Nuestras
madres insistieron en que comiésemos, y la prima de Ue nos llevó en coche al
MCDonald’s, después de que la niñita llamase a su madre y se emocionase al
contarle todo, jurando que los vería de nuevo aunque tuviese que trabajar de
puta. Tuixó sugirió que fuese la de Reita. Aceptamos encantadas, tan exaltadas
como nunca.
Pedimos
como pudimos unas nuggets y unas patatas, lográndolo tras varios minutos. Nos
carcajeamos cuando su prima dijo “one water”. Y entramos al baño, convenciendo
al de seguridad, ya que pretendía cerrar. Oriné por primera vez desde la
mañana, y me coloqué un gorro cubriendo mi desastroso pelo.
Volvimos
a Le Phare comiendo en el trayecto. Nos despedimos de Ue de manera muy rápida,
y nos sentamos en la acera junto al resto de gente que iba en el bus. Entonces
dijeron haber visto a Uruha saludar desde uno de los coches que pasaron minutos
antes. Todos tenían las chaquetas de the GazettE, la cual costaba cincuenta
euros, y deseé haber ahorrado más.
Mi
madre, quien no había ido al baño, me pidió que la acompañara a una zona de
monte, situada detrás del local. Gracias a esto encontramos a más gente por
fuera de unas rejas dentro de las cuales habían dos autobuses en los que ellos
se habían subido (decían que Reita y Uruha había saludado). Creé la teoría de
que hay dos Uruha.
Aunque
los cristales estaban tintados, nos quedamos ahí, pasando frente a ellos una
chica con la bandera española, riéndonos. Los autobuses se fueron y nosotros
los despedimos, mientras mi madre estaba en algún lugar apartado evitando que
su vejiga se hinchase más. Iba a avisar a Tuixó para que viniese, pero era muy
tarde, y tampoco vimos nada. No importaba. Sabía que estaban allí dentro.
Volvimos
a la acera para esperar el bus que no se tardó el llegar. Nos sentamos de nuevo
en la zona de atrás, y aunque me dije que no dormiría, nada más cerrar los ojos
me desconecté, demasiado cansada como para poder abrir los párpados.
Solamente me bajé en cuando paramos en un lugar para comprar, helándome los huesos y tiritando del frío que allí hacía. Compramos un batido de chocolate, y regresamos al automóvil, tumbándome en los espacios libres, con la mente en blanco y un dolor punzante en el cuerpo. Mi madre y Tuixó apenas cerraron los ojos, mientras yo me bajé en la estación algo descansada pero somnolienta y confusa. No sabía cómo debería sentirme.
Solamente me bajé en cuando paramos en un lugar para comprar, helándome los huesos y tiritando del frío que allí hacía. Compramos un batido de chocolate, y regresamos al automóvil, tumbándome en los espacios libres, con la mente en blanco y un dolor punzante en el cuerpo. Mi madre y Tuixó apenas cerraron los ojos, mientras yo me bajé en la estación algo descansada pero somnolienta y confusa. No sabía cómo debería sentirme.
Con
bolsas feas e hinchadas bajo los ojos nos despedimos de los demás (de esas
chicas que me ayudaron en el concierto, me alejaron de las francesas agresivas,
y me dejaron primera fila), entrando al lugar en el que se agarraba el metro.
Preguntando encontramos la línea, y de manera breve le dije adiós a Tuixó, quien
iría al colegio ese día (y probablemente dormiría en clase). Desearía haber
pasado más tiempo juntas, pero debía marcharme.
Mi
madre y yo fuimos al aeropuerto desde la estación. Era la mañana del día 23. Un
sabor agridulce y algunos regaños de mi madre me devolvieron a la realidad.Creí
que me pondría a llorar en cualquier momento. Me contuve.
Ubicamos
nuestro vuelo, que saldría horas más tarde, afortunadamente, ya que temíamos
perder el avión. Sin embargo, esperamos. Comí alguna palmera mientras mi madre fumaba, y fuimos al sucio baño del lugar.
Repetimos
el proceso de deshacernos de las cosas metálicas, y embarcamos. Yo seguía con
mi pase VIP colgado en el cuello, llevando con orgullo mi camiseta Black Moral.
Twitteé lo que pude al recuperar el Internet tras regresar al país,
aprovechando la escasa batería.
Pasamos
al avión, extrañada al no tener el gran sobre en la mano, pensando que ellos lo
verían.
El
transporte volador caminaba mientras los azafatos explicaban las medidas de
seguridad en inglés,español y catalán. Sin embargo, no despegó con el
transcurso de los minutos. Entonces, se detuvo. Nos informaron de que habían
problemas técnicos con el motor, y que debíamos esperar. Eso ocurrió después de
haberle dicho a mi madre que habíamos sobrevivido hasta ahora.
La
gente estaba preocupada, y yo me alegraba de que si pasaba algo, pasaría
después del concierto, y no antes. Pero afortunadamente, nos mandaron a
bajarnos y a subir en pequeños autobuses, guiándonos hacia otro avión.
Suspiramos, y casi dos horas más tarde de lo previsto, despegamos dejando atrás
Barcelona, soportando de nuevo la charla sobre las medidas de seguridad.
El tiempo pasó extremadamente lento, y yo era incapaz de alcanzar el sueño. Me empeñaba en repasar el concierto en mi cabeza para lograr guardar los recuerdos que tanto temía, y sigo temiendo perder. Estaba muy sensible, y cualquier tontería podía afectarme.
El tiempo pasó extremadamente lento, y yo era incapaz de alcanzar el sueño. Me empeñaba en repasar el concierto en mi cabeza para lograr guardar los recuerdos que tanto temía, y sigo temiendo perder. Estaba muy sensible, y cualquier tontería podía afectarme.
Aterrizamos.
Tierra conocida. Aeropuerto pequeño. Normalidad. Mi tío buscándonos. Mi madre
hablando con él, y yo sin tener claro si debería sonreír o llorar.
Fuimos
a un restaurante chino, y almorzamos bastante antes de ir a casa. Me encontraba
mal, agotada, pero no descansé hasta la noche.
Le
conté a mi hermana con detalle lo preciosos que eran mis “chinos”, y le confesé
mi enamoramiento no correspondido de Uruha.
Tarea,
tarea y más tarea.
Hola,
realidad. ¿Podrías seguir de vacaciones un ratito más? No, no podía. Me cayó
encima de pronto. ¿Qué debo esperar ahora?
Pasé
algunas fotos al ordenador, y caí rendida sobre el colchón de mi cama,
aterrorizada con olvidar.
---------
Esa
semana transcurrió entre recuerdos y cosas que me mantuviesen ocupada. Una masa
de emociones me embargaba. La felicidad por haber cumplido un sueño se mesclaba
con la amargura de haberse acabado.
Al
día siguiente empecé la academia de inglés, y el estrés de incrementó.
Mi
madre me advirtió de que no iría al siguiente concierto.
Pensé
en lo afortunada que había sido, y ya estoy mejor.
Hace
unos días quedé con Ue para ver el DECADE, comentando y emocionándonos otra vez.
(Ella tiene mucho merchandising. Yo no.)
“Sayonara mata ne genki da ite ne
Zutto zutto wasurenai kara
Sayonara kitto mata aeru yo ne?
Yakusoku da yo! yubikiri genman”
Zutto zutto wasurenai kara
Sayonara kitto mata aeru yo ne?
Yakusoku da yo! yubikiri genman”
Solo cuando
escuchamos esas frases cantadas por los fans, y luego por Ruki, dejamos escapar
alguna lágrima. Pero fuimos fuertes.
El World Tour
terminó, y Ruki habló de una próxima gira. Pronto habrá un próximo álbum y DVD
en el que probablemente aparezca yo.
Ahora debo
seguir. Me centraré en otras cosas; cumpliré más sueños. Mis ganas de formar un
grupo de música aumentaron con aquel magnífico concierto, y eso es algo que
debo hacer.
Me prometí a mi
misma que creería en una próxima vez. Entonces sería aun mejor. Dormiría en la
cola y conseguiría un buen puesto justamente, junto con Tuixó y Ue. Disfrutaría
pasando tiempo con gente que me importa, socializaré. Quizá incluso hablaré con
ellos. Pero eso será en un futuro.
Debo agradecer a
muchas personas por hacer esto posible, por ayudarme tanto, y a otra solamente
por estar allí conmigo; Mis padres (especialmente mi madre), Tuixó, Ue, las
chicas de la cola, los del bus, Kuri, Ishi, Raika, Misu, y obviamente, a the
GazettE, esos grandes artistas quienes cambiaron mi forma de apreciar la música.
Es una promesa.
Nos volveremos a
ver, ¿verdad?
Hasta pront.
PD: Dejo el link de más fotos. https://www.facebook.com/nyaki.nekoshima/media_set?set=a.486607064767774.1073741831.100002554538541&type=3